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Édgar Molina, un migrante venezolano de 56 años, falleció el pasado domingo 22 de agosto. Sucedió tras su intento de ingresar por un paso fronterizo irregular desde la localidad boliviana de Pisiga hasta la chilena Colchane.
Este migrante venezolano, que estaba acompañado por su esposa, se transformó en la persona número 11 que pierde su vida en esa zona fronteriza de Sudamérica en lo que va de 2021. Su caso lo único que hace es confirmar un drama que se repite y que parece no tener solución inmediata.
"Recibimos un llamado de Carabineros y del Ejército para constatar el fallecimiento de un ciudadano extranjero en la frontera. Al llegar, constatamos que no tenía signos vitales ni pulso y sus pupilas dilatadas", expresó el médico de turno del consultorio de Colchane, el doctor Jesús Rodríguez, reproducen medios locales como Cooperativa.
La situación en esa parte fronteriza es compleja y en invierno se hace inhóspita. Es que además además de las bajas temperaturas aparecen los desafíos de una zona andina ubicada a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar.
Lo acontecido con este migrante vuelve a posicionar sobre la mesa un tema que viene generando preocupación desde hace meses. Esto gracias al incremento de migrantes, en su mayoría venezolanos, que han estado intentado pasar de manera irregular en plena pandemia del coronavirus.
Ante esta situación, desde hace tiempo se intentado implementar el denominado “Plan Colchane”, pero aún no ha tenido avances significativos. Previo al deceso de este migrante venezolano ya se hablaba de "nueva crisis migratoria en puerta" en la pequeña Colchane. En este caso una localidad ubicada en el altiplano andino y con una población de poco más de 1500 habitantes.
Desde organizaciones vinculadas la Iglesia, como el Servicio Jesuitas a Migrantes (SJM), se reclamaba una respuesta planificada a nivel regional. También se hacía énfasis desde hace tiempo en eso de crisis humanitaria.
Mientras todo esto acontece, las denuncias de colapso, crisis sanitaria y hasta seguridad siguen formando parte de los conceptos más comunes para referirse a lo que sucede en ese poblado chileno. Una situación que vuelve a clamar atención. De fondo también presenta el drama de aquellos que tienen que dejar su lugar de origen en procura de un futuro mejor.
También en el horizonte aparece todo aquello del aumento de la xenofobia y hasta la expulsión de migrantes, todos aspectos criticados por organizaciones vinculadas a la Iglesia y la defensa de Derechos Humanos.
Mientras todo esto acontece, y se suman nuevos capítulos en esa frontera de América Latina, retumban en los oídos una vez más las palabras del papa Francisco con respecto a los migrantes, a quienes se ha referido muchísimas veces en lo que va de su pontificado. Tal vez lo más elocuente, en este caso, aquellas palabras:
“¡Son personas, no se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias! ‘No se trata sólo de migrantes’, en el doble sentido de que los migrantes son antes que nada seres humanos, y que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada (ver Vatican News, julio 2019)”.