Últimamente paso más tiempo leyendo la Palabra de Dios. Es maravilloso pensar que al leer la Biblia escuchas a Dios quien con una ternura infinita te llama: “HIJO” y te dice que no temas, que Él camina contigo.
Hace poco me preguntaba qué quería Dios de mí, cuál era su voluntad en mi vida. Abrí la Biblia y allí estaba la respuesta. ¡Fue increíble!
A veces encuentro en la Biblia versículos asombrosos que me dejan de una pieza. Los pienso y reflexiono en ellos hasta exprimirlos espiritualmente y sacarles provecho en mi vida.
Es curioso, sé que los he leído antes, también sé que en las misas los he escuchado cuando el sacerdote proclama la Palabra. Pero de pronto ocurre que siento algo especial diferente, como si lo leyera por primera vez.
En esos momentos, una turbulencia interior me llena el alma, me parece que los escribieron para mí, justo para el momento difícil que vivo. ¿Te ha pasado alguna vez?
Es hora de leer nuestras Biblias.
En mis escritos de Aleteia estoy sugiriendo, insistiendo, invitando a los católicos a que retomen la lectura reflexionada de la Biblia.
Tomen esas Biblias que tienen guardadas por años, abiertas, sin ser leídas, reposando sobre un atril de madera en algún rincón de la casa como un adorno.
Necesitamos leer las Sagradas Escrituras para conocer a Dios, lo que pide de nosotros, el camino que debemos tomar. También nos da normas de comportamiento y palabras de aliento.
De cuando en cuando te encuentras con palabras poderosas que te estremecen el alma. Así me pasó hoy.
Busca tu Biblia, ábrela y ve a Romanos 8, 38-39. Lee por favor, despacio, en voz alta, reflexionando cada palabra:
¡Qué belleza! ¡Nada ni nadie podrá apartarnos del amor eterno de Dios!
Gracias Dios mío, por amarnos tanto, a pesar de lo que somos y hemos sido. Gracias por ser nuestro Padre, eterno, Misericordioso y justo.
Aquí 10 versículos de la Biblia para encontrar la felicidad: