“…así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo”.
1 Pedro 1, 15-16
Pasar el día con una santa de nuestra iglesia es casi un milagro, un sueño inaudito. Es difícil distraerse en esos momentos.
Conocí a la sierva de Dios sor María Romero Meneses en Costa Rica.
Mi mamá fue una de sus primeras misioneritas siendo aun estudiante de secundaria, cuando sor Maria inició su apostolado. Se hicieron grandes amigas y forjaron una amistad que perduró con el paso del tiempo.
Por alguna razón me animé una tarde a acompañar a mi mamá a la Casa de María Auxiliadora en san José. Iba a conversar con su amiga santa, sor María. Y yo la acompañaba por curiosidad.
Gran consejera
Me alejé de mi mamá mientras esperaba que sor María saliera por un pasillo en la Casa de la Virgen. Una multitud la esperaba en busca de un buen consejo espiritual.
Quería verla de lejos para grabarla en mi memoria. Una religiosa salesiana caminó hacia mi mamá. Di un paso atrás e incliné mi rostro sobre el suelo. Podría asegurar que sus pies no tocaban el suelo.
Parecía flotar al caminar. Fue un momento insólito que hasta hoy perdura en mi alma.
Sor María predijo sin que muchos lo notaran su cercana muerte y viajó a Nicaragua, sabiendo que nunca regresaría, que iría al encuentro de su amado Jesús y su reina, la Virgen María Auxiliadora.
Encontré dos libros con sus pensamientos espirituales, sus escritos personales.
Al leerlos sentí que estaba cerca de sor María escuchando sus palabras, sus enseñanzas cuando les sugería a las personas que fueran santas, que amaran mucho a Dios y al prójimo, que confiaran en Jesús y se acercaran a la Virgen, María Auxiliadora en busca de su protección maternal.
No he podido soltar los libros.
He pasado el día con Sor Maria Romero, leyendo sus palabras que trascienden el tiempo. Te compartiré algunas. Seguro te harán mucho bien. Léelas con cuidado. Son maravillosas.
Citas inspiradoras de sor María Romero Meneses
“¡Jesús Sacramentado y María Auxiliadora! Mis dos amores… concédanme que nada ni nadie distraiga o perturbe mi obsesión concentrada en los dos. Oh Amor, enséñame y ayúdame a amarte tanto cuando Tú quieres que te ame, que ame y haga amar a la Virgen con locura. Que en tu amor halle paz mi espíritu, reposo de mi corazón y alegría de mi alma. ¡Oh Amor! Haz que viva y muera de amor por ti, en los brazos de María y haz que ame y cumpla siempre con prontitud, exactitud y alegría tu Santa y adorable y Divina voluntad”.
“Oh María, purifica mis sentidos para que pueda gustar a Dios desde aquí abajo”.
“Cuando Jesús ama a un alma, cuando pone en ella sus ojos y su corazón no hay nada ni nadie, ni en el cielo ni en la tierra, ni en los infiernos, que sea capaz de arrebatársela.”
“Los dones de Dios, son sin arrepentimiento, sin retracción. De tal manera es el amor de Dios, de tal manera es firma, que nadie puede arrebatar la obra en la que Él ha puesto su sello propio, con su carácter definitivo por las almas”.
“¡Oh mi mamacita linda! Mamá de Jesús y mamá mía… Yo te amo con Él, en Él, como Él, por Él y para gloria de Él. Dame hambre y sed de sacrificios, mortificaciones, penitencias, humillaciones y dolores para probarte con obras mi amor. ¿Qué cosa yo he deseado que tú no me hayas dado o que cosa te he pedido que no me hayas concedido? Concédeme esta gracia, confío y espero en tu amor. Todo lo espero de tu maternal amor”.
Ahora recemos este bella oración de compuesta por sor María.
Oración
“Pon tu mano Madre mía, ponla antes que la mía.
Oh María concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a vos.
Corazón Inmaculado de María,
rogad por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.
María Auxiliadora, triunfe tu poder y tu misericordia.
Líbrame del enemigo malo y de todo mal y escóndeme bajo tu manto”.