La desnutrición crónica infantil es uno de los problemas que más les quita el sueño a los habitantes de Ecuador y se ha visto agudizado por la pandemia del coronavirus.
Si bien es un flagelo que rompe fronteras y también preocupa a varios países de América Latina, en el caso de Ecuador y la desnutrición infantil crónica llama la atención que ocupe el segundo lugar en Latinoamérica. Este país está ubicado detrás de Guatemala, según datos Comisión Económica para América Latina (Cepal), de las Naciones Unidas (ver nota publicada por El Universo).
En ese sentido, Naciones Unidas también recuerda que la desnutrición crónica infantil es de uno de los mayores problemas de salud pública en Ecuador. Según un informe, afecta al 27.2% de los niños menores de 2 años en Ecuador (ver aquí). El problema, claro está, repercute a lo largo de la vida de las personas.
Es en el medio de estas problemáticas, que se fortalecen en un contexto de pandemia, donde también aparecen las “contrapartes”. En este caso, personas y organizaciones que buscan mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables. Pero en especial con foco en cuanto a los aspectos de alimentación.
Es aquí donde surge el claro ejemplo de Diakonía, el Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Guayaquil. Se trata de una organización que ofrece una clara cruzada contra el hambre en esa zona de dl país y que hasta supo ser reconocida por su labor en tiempos de pandemia.
En los últimos días trascendió una noticia por demás positiva y que de alguna manera fortalece el rumbo de Diakonía. Según recuerda una nota publicada por la propia Arquidiócesis de Guayaquil, la empresa Levapan Ecuador acaba de lanzar al mercado la Colada de Tapioca San Jorge.
Tal cual se indica, es “el primer producto de carácter nutricional con el logo impreso de Diakonía y cuyas ventas contribuirán a los programas de alimentación que lleva a cabo esta noble institución”.
La empresa Levapan Ecuador hasta el momento se han entregado unas 3.000 unidades de Colada de Tapioca San Jorge al banco de alimentos. En un año se espera entregar unas 12.000 unidades.
Hasta aquí un simple ejemplo de responsabilidad social empresarial, que perfectamente puede ser replicado en otros países. De alguna manera u otra va en la línea de aquello de poner la mirada sobre aquellas problemáticas muchas veces invisibilizadas y hasta olvidadas (a pesar de que están y hasta se han agudizado en varios casos) por el coronavirus.