“Ya no somos extraños, sino hermanos”, dijo el papa Francisco, quien ha recibido este viernes, 25 de junio, en audiencia a los representantes de la Federación Luterana Mundial.
“Queridos hermanos y hermanas, el camino que va del conflicto a la comunión por el camino de la crisis no es fácil, pero no estamos solos: Cristo nos acompaña”, expresó el Sucesor de Pedro.
El pontífice invitó a los “hermanos luteranos” a rezar juntos, “cada uno en su propia lengua, el Padre Nuestro por el restablecimiento de la plena unidad entre los cristianos.
Y la forma de hacerla, se la dejamos al Espíritu Santo que es creativo, muy creativo y también es poeta. Recemos el Padre Nuestro. “Padre Nuestro…”.
Ante representantes de la Federación, el Obispo de Roma invitó a ponerle mayor pasión a la búsqueda, incluso aceptando la crisis, de una mayor unidad entre los cristianos.
Francisco recordó el día de la conmemoración de la Confessio Augustana motivo por el cual la Federación ha venido a Roma para reflexionar sobre el crecimiento de la “unidad” entre luteranos y católicos.
En esta línea, expresó su “esperanza de que una reflexión común sobre la Confessio Augustana, en vista del 500 aniversario de su lectura el 25 de junio de 2030, beneficie nuestro camino ecuménico”.
Confessio Augustana (“Confesión de Augsburgo”) ha pasado a la historia por ser un escrito redactado por la confesión evangélica-luterana presentado al emperador Carlo V, y a la asamblea nacional alemana, con la intención de dar testimonio de su fe en "la Iglesia una, santa, católica y apostólica”.
Como "documento confesional" constituye un texto fundamental para la profesión de fe y la vida eclesial de los cristianos luteranos y no solamente para ellos.
Al respecto, el Papa acepta este camino “del conflicto a la comunión” y se recorre solamente en crisis: “la crisis nos ayuda a madurar lo que buscamos”.
“Del conflicto - agregó - que hemos vivido durante siglos y siglos, a la comunión que queremos, y para hacerlo entramos en crisis”.
“Una crisis que es una bendición del Señor. En su momento, la Confessio Augustana representó un intento de evitar la amenaza de una ruptura en la cristiandad occidental; pensada originalmente como un documento de reconciliación intracatólica, adquirió solo más tarde el carácter de un texto confesional luterano”, explica el Papa.
“Ya en 1980, con motivo de su 450 aniversario, luteranos y católicos afirmaron: «Lo que hemos reconocido en la Confessio Augustana como una fe común puede ayudarnos a confesar esta fe juntos de una manera nueva también en nuestro tiempo» (Declaración conjunta "Todos bajo un mismo Cristo", nº 27)”.
Por eso, el Papa subrayó el termino: “Confesar juntos lo que nos une en la fe”. Y sostuvo que le vino a la mente las palabras del apóstol Pablo cuando escribió: «Un solo cuerpo… un solo bautismo. Un solo Dios» (Ef 4, 4.5-6).
“Un solo Dios. En el primer artículo, la Confessio Augustana profesa la fe en el Dios uno y trino, refiriéndose específicamente al Concilio de Nicea”.
También rememoró el 1700 aniversario de ese “gran Concilio, que se cumplirá en 2025”, que el Papa dijo espera “dé un nuevo impulso al camino ecuménico, que es un don de Dios y para nosotros un camino irreversible.”
El Papa llama “gracia de Dios”, la alegría “de experimentar y compartir —la creciente superación de las divisiones” con los luteranos, además de “la progresiva curación de la memoria, la colaboración reconciliada y fraterna”. Todo ello, dijo, tiene su fundamento “en el «único bautismo para la remisión de los pecados» (Credo niceno-constantinopolitano)”.
En su discurso, sostuvo, que a este respecto, “la Regla de Taizé contiene una hermosa exhortación: «Tened pasión por la unidad del Cuerpo de Cristo». La pasión por la unidad madura a través del sufrimiento que sentimos ante las heridas que hemos infligido al Cuerpo de Cristo”.
Asimismo, animó a los participantes a trabajar en su Asamblea General de 2023 que - afirmó- “podría ser un paso importante para purificar la memoria y potenciar los numerosos tesoros espirituales que el Señor ha puesto a disposición de todos a lo largo de los siglos”.
El Papa invitó a los participantes a rezar el Padre Nuestro, antes de concluir. En su discurso ha dado saludado en particular al presidente, el arzobispo Musa, y al secretario general, Martin Junge, al mismo tiempo que recordó su visita a Lund que fue una etapa “ecuménica”. Dijo que allí “experimentamos la fuerza evangélica de la reconciliación” (Declaración conjunta, 31 de octubre de 2016).