La lucha contra el coronavirus persiste en Uruguay y una de sus principales fortalezas, a pesar fuerte aumento de contagios y fallecidos en los últimos meses (más de 5.000 desde que comenzó la pandemia), es su proceso de vacunación.
Efectivamente, si bien las cifras de los últimos días muestran una tendencia a la baja en cuanto a casos positivos, personas en terapia intensiva y fallecidos, la esperanza está puesta en los efectos de un proceso que en cuanto a datos indica que más del 60% de la población recibió una primera dosis de la vacuna, mientras que más del 40% ya cuenta con la segunda.
Es en el marco de estas cifras auspiciosa vinculadas a un país de poco más de tres millones de habitantes -que supo ser modelo en América Latina en cuanto a su gestión de la pandemia contra el Covid- que el plan de vacunación avanza. En ese sentido, además de mayores de 18 años y las diversas franjas etarias, en las últimas semanas Uruguay se transformó también en el primero del continente en empezar a vacunar a personas entre 12 y 17 años.
Pero en las últimas horas hubo también novedades con respecto a un grupo de personas, muchas veces olvidado. En este caso, migrantes y solicitantes de refugio.
El Ministerio de Salud Pública de Uruguay (MSP) anunció a través de sus redes sociales las características de esta iniciativa, entre la que se destaca que tanto migrantes como solicitantes de refugio podrán registrarse para vacunarse contra el coronavirus sin documento de identidad del país. La elaboración de la propuesta requirió un gran esfuerzo de coordinación, pero finalmente llegó a buen puerto, reconocieron fuentes del MSP a Aleteia.
Para los migrantes, los requisitos señalan “haber ingresado al Uruguay al menos 90 días antes de la solicitud y no haber iniciado el trámite de Residencia Legal permanente, temporaria o temporaria Mercosur”. Basta con tener un comprobante de ingreso al país (sello de entrada en pasaporte o documento entregado por Migración sellado que acredita que al ingresar presentó el test pcr).
En el caso de los solicitantes de refugio, solamente haberlo hecho a través de las vías especificadas en la Ley 18.076 (ver aquí normativa sobre solicitud de refugio).
El ministro de Salud de Uruguay, Daniel Salinas, confirmó esta información a través de sus redes sociales. Posteriormente comentó esto en encuentro con los medios.
“Los migrantes son parte de nuestra población, enriquecen nuestra cultura, nos brindan su trabajo y por ello para nosotros también es importante cuidarlos”, agregó.
Uruguay no ha estado exento en los últimos años de los efectos del “éxodo venezolano” y se ha transformado en país receptor de personas que han huido de la crisis humanitaria de ese país. También ha tenido llegada de personas de otras nacionalidades como cubanos o dominicanos.
La situación de migración masiva de venezolanos generó que , en 2017, a través del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), se visualizara la necesidad de ofrecer una respuesta. Esto tuvo eco primero en el papa Francisco, quien creó la Sección Migrantes y Refugiados, dentro del Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral. Posteriormente en las propias conferencias episcopales de Sudamérica a través del proyecto “Puentes de Solidaridad”.
El obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas, Miton Tróccoli, quien estuvo también vinculado al liderazgo de este proyecto de "Puentes de Solidaridad" desde la Iglesia de Uruguay, reconoció en diálogo con Aleteia que ha sido una constante ir recibiendo a personas que han tenido que dejar su patria buscando nuevas posibilidades tanto para ellos como para sus familias.
Uruguay integró ese proceso y lo hizo también con acciones concretas como la apertura del primer centro en Montevideo en 2019 (luego se fue extendiendo a otras localidades como Rivera o Maldonado). Incluso, con la apertura de la casa del migrante “Paz y Bien” en la localidad conocida como Fortín de Santa Rosa (40 kilómetros de distancia con Montevideo).
Sin dudas se trató de una iniciativa que desde el primer momento buscó potenciar aquellas famosas palabras como “acoger, proteger, promover e integrar a migrantes y refugiados”.
“Fue mucha la felicidad al ver la respuesta de las comunidades parroquiales, supermercados, grandes superficies y gente de buena voluntad que nos ayudó con esta campaña”, comentó en diálogo con el portal de la Arquidiócesis de Montevideo quien fuera coordinadora de este proyecto, Gabriela Gómez. Su comentario hacía referencia a una de las campañas sobre abrigo y alimentos (puedes conocer más sobre lo que ha estado haciendo ese proyecto a través de ese reportaje publicado en mayo de 2020).
El proyecto llegó a su fin y estos aspectos continúan actualmente en la órbita de la pastoral social de la Iglesia, según se confirmó a Aleteia. No obstante, todo gesto en dirección a promover la "cultura del encuentro" es más que aplaudido y reconocido en un momento donde mirar al otro e integrarlo se hace cada vez más desafiante.
“Nos alegramos con esta medida que ha tomado el gobierno uruguayo de poder ampliar la vacunación anti-covid a aquellos que todavía no tienen residencia legal en Uruguay o no tienen la documentación necesaria (cédula de identidad uruguaya). Y que se encuentran en esta situación de migración o con el estatuto de refugiados”, expresó Tróccoli al hacer referencia a la reciente decisión sobre migrantes y refugiados.
“Esta iniciativa de carácter humanitario está en sintonía con lo que el Papa nos está pidiendo y está pidiendo a todas las naciones. Esta actitud solidaria, fraterna, abierta donde todos podamos sentirnos parte de una misma familia humana. Todos responsables unos de otros. Sabemos que esta iniciativa abarca a varios miles de personas, familias enteras, que están en esta situación. Como Iglesia estamos apoyando y alentado todo aquello que colabora con atención humana y espiritual”, añadió.