El Evangelio de este domingo describe una tormenta en el mar de Galilea. La tormenta simboliza la crisis que cada uno de nosotros atraviesa.
La crisis tiene dos metas: intimidarnos y privarnos de nuestra confianza en Dios.
Curiosamente, Jesús educa a sus discípulos por medio de las crisis.
Lo hace para fortalecer en ellos estas dos cualidades: la valentía, para que no tengan miedo, y su confianza en Dios.
"Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?". La crisis no era pequeña. Las olas del mar de Galilea pueden alcanzar hasta 4 metros de altura.
Esto se debe a que, en una de las orillas de este lago, el clima es semitropical y caluroso, y en la otra orilla llega aire fresco de las montañas cercanas.
La colisión de aire caliente y frío provoca tormentas violentas e inesperadas en el lago de Galilea. Esto es un símbolo de la vida humana.
Los discípulos nos dan un ejemplo de lo que hay que hacer durante las tormentas en la vida: piden ayuda a Jesús.
Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!”. Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma.
Hay un lema muy significativo en el cristianismo: Lex orandi, lex credendi, lex vivendi. Esto significa: la norma de la oración, la norma de la fe y la norma de la vida.
Ahora bien, muchas oraciones comienzan con las palabras: Dios todopoderoso...
Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?
Estas preguntas son también para nosotros. ¿Cuánta fe tengo en las palabras que digo cuando rezo?
Esta es una de las oraciones más importantes en tiempos de crisis. Y para ello, es importante ser valiente. Las crisis se superan con la confianza en Dios y la valentía.