Celebrar el cumpleaños de un hijo siempre es un motivo de alegría y un acontecimiento para los padres y para el protagonista que cumple años. Festejamos el nacimiento de uno de nuestros hijos, su entrada en la familia y, como se suele decir, su venida al mundo.
Poco a poco y de forma constante, el tiempo va pasando y nuestros hijos van sumando años a su vida y vida a sus años. Estación a estación, curso a curso, los hijos van quemando etapas y, de repente, dejan de ser unos niños adorables para convertirse en unos adolescentes con su personalidad en construcción. Y de ahí a transformarse en adultos, sólo va un paso.
Cuando llega ese día, es positivo celebrarlo como se merece y entregar un obsequio especial al homenajeado. En este artículo os ofrecemos algunas ideas de regalo o de planes que podemos hacer en familia para que nuestro hijo recuerde esa jornada como especial.
En Latinoamérica es muy popular la celebración de los 15 años en las mujeres, edad en la que pasan de la niñez a la edad adulta. Probablemente el origen de la fiesta se remonta a las culturas precolombinas, cuando se realizaban los ritos de la pubertad para indicar la entrada a la vida adulta de las mujeres.
En la actualidad, esta fiesta sigue celebrándose y se ha convertido en un evento social y religioso, ya que la celebración se inicia en la Iglesia, con una Misa de acción de gracias. Después se sirve una comida a los invitados y le sigue el baile, siempre iniciado con un vals de la chica que celebra. Dependiendo del país, se siguen unas costumbres u otras.
También en Estados Unidos la fiesta de la quinceañera se combina con la propia del país, los Sweet Sixteen. Allí es muy habitual la presentación en sociedad de las chicas cuando llegan a los 16 años.
Sin embargo, está muy generalizada la fiesta de los Quince. De hecho, se ha convertido en una celebración tan extendida que, en 2004, la Conferencia de Obispos Católicos de ese país aprobó una liturgia específica para esta celebración.
Durante el acto religioso se presenta a la joven, ya como persona adulta, ante la comunidad parroquial y recibe una bendición especial que incluye – según el texto de los obispos – “el compromiso de la joven con Dios y con la virgen María para vivir su vida de acuerdo con las enseñanzas de Cristo”.
En España lo habitual es celebrar los 18 años, edad en la que los jóvenes ya tienen capacidad plena para obrar y pueden ejercer su derecho al voto en las elecciones o conducir. Según establece el Código Civil, a esa edad se alcanza la mayoría de edad y se adquieren obligaciones y responsabilidades, pero también privilegios y derechos.
No cabe duda de que los hijos van creciendo y deben ganar en autonomía, así que lo normal es ir cediéndoles su papel protagonista en su vida y concederles algunas libertades. Pero solo las que los padres estimen convenientes.
Sin embargo, conseguir esa madurez de la personalidad es un proceso largo y laborioso. No se consigue de la noche a la mañana. Hay que dedicarse en cuerpo y alma, pedir a Dios ayuda para educar con entereza y cariño y darle muchas gracias por los hijos que nos ha concedido.
Cuando llegan a la edad adulta, a los hijos se les supone madurez, así que no es necesario saturarles de regalos, sino que es mejor y más "saludable" para ellos recibir de su familia uno que recuerden con cariño y que identifiquen como "el regalo de mis padres cuando cumplí 18".
Por ejemplo, unos pendientes para ella, un llavero para él; un bolso para ella, un billetero para él; unos zapatos de tacón para ella, un traje y una corbata para él; un joyero para ella o un reloj para él.
También existen regalos que son indistintos para ella y para él: un Escapulario de la Virgen u otra medalla (de San José o de su santo o Virgen preferido), un lienzo o cuadro vintage con una frase evangélica, una agenda perpetua, una maleta, un ordenador, una Tablet o un móvil, una cámara fotográfica instantánea o incluso, un marco de fotos con imágenes de ella/él y de su familia y amigos.
Por último, podemos realizar todos juntos en familia cualquiera de estos planes. Así será un regalo compartido:
En definitiva, se trata de acertar con el obsequio o detalle, pensando en los gustos y aficiones de nuestros hijos que, de manera natural, se hacen mayores.