El Padre Pío (1887-1968) es bien conocido por los fieles, muchos de los cuales peregrinaron a Pietrelcina incluso en vida, por sus estigmas, su don de bilocación (estar en dos lugares a la vez) y su capacidad de curar.
Pero, ¿quién sabe que durante un tiempo se le prohibieron las actividades públicas y que, aunque fue canonizado, la Santa Sede no se pronunció sobre la veracidad de los fenómenos sobrenaturales que le rodeaban?
En su homilía de canonización, el Papa Juan Pablo II no mencionó ninguno de los fenómenos sobrenaturales que se enumeran a continuación.
¿La lección del santo de Benevento? "Oración y caridad: esta es una síntesis más que nunca concreta de la enseñanza del Padre Pío, que ahora se propone a todos. La Iglesia jerárquica recuerda la caridad y la bondad del sacerdote y gran confesor. La piedad popular aún recuerda los estigmas y sus manos enguantadas.
No es el único en este caso, y solo dos estigmatizados son auténticos para las autoridades romanas: san Francisco de Asís (1180-1226) y santa Catalina de Siena (1347-1380).
El primero recibió los estigmas en 1224, cuando se retiró al monte Alverna, en Toscana (Italia). La segunda recibió los estigmas el día de Pentecostés de 1374, aunque no lo confesó a su confesor hasta 1375.
La lista de personas a las que se atribuye haber tenido las manos marcadas por una especie de pinchazo rojo (significado etimológico de la palabra griega estigma) como Cristo en la Cruz es larga: santa Rita (1381-1457), santa Verónica Giuliani (1660-1727), la beata Ana Catalina Emmerich (1774-1824), el Padre Pío, Marthe Robin (1902-1981), Yvonne Beauvais…
Estigmas o no, la misma llamada a la caridad
En su recientemente publicada biografía de Malestroit (Grasset), que lleva el nombre del convento donde fue monja, Jean de Saint-Cheron señala que la Iglesia "nunca ha canonizado a nadie basándose en tal fenómeno [los estigmas], que se considera como un signo de amor, y no como el ejercicio del amor mismo, que es lo único que justifica la canonización.
En cambio, abundan los casos de fraude. Y en estos casos, la Iglesia ha arruinado a menudo las pretensiones a la aureola de tal o cual sanguinario". En el fondo, la santidad no tiene nada que ver con lo extraordinario, a menos que se entienda este último como el Espíritu Santo actuando en el corazón que se ha abierto a su presencia.
El Papa Francisco escribió una encíclica en 2018, Gaudete et exsultate, sobre "La llamada a la santidad en el mundo de hoy". Le gusta hablar de la "santidad de la puerta de al lado", invitando a los cristianos a mirar a esos hermanos y hermanas, a esas personas con las que nos codeamos y que muestran el amor de Dios en la vida ordinaria.
"Ama y haz lo que quieras", decía san Agustín: el único criterio, para la Iglesia pero sobre todo para el Juez Eterno, es efectivamente la caridad. No importa que fulano haya recibido los estigmas, aunque impresione y atraiga la devoción.