La música religiosa ha formado parte de la historia de la Iglesia desde los primeros siglos de nuestra era. Cantos y composiciones sacras que elevan el espíritu e invitan a la oración y el recogimiento. Grandes compositores y compositoras han dedicado a lo largo del tiempo su talento musical a ensalzar la obra divida. Tal es el caso de Caterina Assandra, una mujer piadosa que, ya antes de abrazar la vida religiosa, hizo de sus dotes con la partitura una labor indispensable en su vida. Con una fe imperturbable, Caterina dedicó su obra musical a la música sacra.
Muy poco se conoce de la vida de esta mujer que vivió entre finales del siglo XVI y principios del XVII en la Italia del Barroco. Ni su fecha de nacimiento, ni la de su muerte se conocen con exactitud. Al parecer habría nacido en Pavía, en el seno de una familia acomodada que le dio una esmerada educación. Su padre, consciente del talento musical de su hija, contrató a varios tutores de prestigio que enseñaron a Caterina los rudimentos de la música.
Pronto descubrió que esa iba a ser su vocación y empezó a componer. Pero también sintió una profunda fe que le impulsó centrarse en la creación de obras sacras. Caterina Assandra también despuntó pronto como organista, tarea que realizaría en el que se convertiría en su hogar, el convento benedictino de Santa Ágata en Lomello, una localidad cercana a Pavía, cuando tomó los votos y se transformó en la hermana Ágata.
Una vez convertida en monja, corría el año 1609, Caterina Assandra no solo continuó componiendo y deleitando a sus hermanas con su talento, sino que siguió perfeccionando su arte gracias a las clases recibidas de la mano de Benedetto Re, uno de los mejores profesores que en aquel momento tenía la catedral de Pavía. Benedetto ejerció de maestro de la hermana Ágata y mostró públicamente su admiración por su aventajada pupila.
Caterina, quien llamaba a Benedetto “Maestro di contraponto”, vio como su obra no solo se escuchaba dentro del convento de Santa Ágata, sino que recibió de su mentor el honor de ver publicadas sus obras junto a las de él. La música de Caterina traspasó los muros de su pequeño convento llegando incluso hasta otros países como Alemania, donde se aplaudió su talento musical. Durante años, la obra de esta religiosa italiana se publicó en vida de Caterina. Continuó componiendo dentro del claustro aunque poco a poco fue dejando de lado su labor como compositora para volcarse de lleno en las tareas de la vida conventual.
La obra de Caterina no se ha conservado del todo. Compuso piezas más tradicionales y otras con un estilo reformado, sobre todo motetes, en un libro dedicado al obispo de Pavía fechado a principios del siglo XVII. Sin embargo, parece ser que llegó a componer también una ópera hoy desaparecida. Muchas de estas composiciones incorporaban versos de gran fuerza e intensidad compuestos por ella misma. Una de sus piezas más conocidas, Duo Seraphim, al parecer sirvió de inspiración para la obra de Monteverdi que llevaba el mismo nombre.
Caterina Assandra tuvo el honor de ser considerada como la primera religiosa italiana en ver publicada buena parte de su obra musical en vida, recibiendo además, el reconocimiento a la misma. La música sacra de esta compositora poco conocida pudo sobrevivir al paso del tiempo y sus hermosas melodías de alabanza a Dios aún resuenan en iglesias y salas de conciertos de todo el mundo.
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