Jordi Tarragona es abogado y consultor experto en la gestión de empresas familiares. Él mismo lideró un grupo de este tipo cerca de 20 años. Ha publicado varios libros sobre este tema, entre ellos "Ángeles y demonios de la familia empresaria".
Recientemente acaba de publicar, junto con el periodista y escritor Jordi Vilagut, "Los Aristegui: una familia, una empresa" (editorial Profit) en el que expone su know how en un formato más de novela.
Con raíces en Zumárraga (Vizcaya) y en Bilbao, Iñaki Aristegui crea un emporio a partir del negocio del vino. Aparecen los encuentros y desencuentros de tres generaciones y surgen cuestiones como las herencias, la internacionalización, la atribución de tareas entre los miembros del clan... Luces y sombras. "Los Aristegui no han existido, pero cualquier lector reconocerá rasgos de algún caso cercano", dice Tarragona.
"La empresa familiar -afirma- existe en todo el mundo y en todas las culturas, y hay empresas familiares de todas las dimensiones. Inditex, sin ir más lejos, es una empresa familiar. Hay muchas definiciones, pero yo diría que es una familia capaz de decidir la estrategia de la empresa y con vocación de seguir haciéndolo". "La mayor parte de las empresas en el mundo -asegura- son familiares."
"Los valores -apunta Tarragona- son importantes. Y en el caso de la empresa familiar, los valores de la familia han de reflejarse en la empresa". "A veces nos centramos en el aspecto crematístico, que sí que es importante, pero ha de haber algo que vaya más allá de las ganas de obtener beneficios".
También hay que tener en cuenta, dice, "qué valores se tienen, porque todas la empresas tienen valores pero no todos son igual de buenos. La familia de "El Padrino", los Corleone, tiene valores, por ejemplo. Dicen "nosotros no nos metemos en drogas por principios". Así que valores sí hay, pero no siempre son los correctos.
Además, advierte que "no siempre una empresa vive los valores que dice poseer. Es precisamente en las crisis cuando afloran los auténticos valores. Se conoce entonces a cada persona, a cada familia y a cada empresa por cómo es por dentro y cuáles son sus aspiraciones reales".
¿Aporta algo tener valores trascendentales a la hora de gestionar una empresa? Desde su visión y su experiencia de la vida, concluye que "una empresa que solo busca hacer dinero tiene una vida corta. Por otra parte, cuando hay dificultades, si hay valores trascendentales es más fácil superarlas y es más fácil que la empresa viva a largo plazo."
"No olvidemos -cuenta- que una empresa es un proyecto que tiene personas. Al final, se recuerda a las personas y, si hablamos de crisis, cómo reaccionaron ante una dificultad. Para el resto, como dicen, Mastercard."
El momento actual es de crisis y por tanto pone a examen a la empresa familiar. "La crisis -explica- es siempre algo inesperado. Si no, ya no sería crisis. Y ocurre que la empresa familiar tiene vocación de continuidad y de entrada es conservadora. Eso afecta al modo de enfocar las crisis porque, hay cierta tendencia a protegerse. Es verdad que San Ignacio de Loyola recomendaba: 'En tiempo de desolación, no hacer mudanza'. Pero ahora estamos en un mundo en que todo cambia rápidamente, y quizá conviene dar voz a las nuevas generaciones. Escuchar su opinión y saber cómo ven ellos las cosas es importante."
Tarragona cree que la empresa familiar dispone de elementos que pueden resultar positivos para afrontar una crisis: "Hay más conocimiento de las personas, más confianza... Pero tengamos en cuenta que estas particularidades son como un cuchillo, que uno puede usar para bien o para mal. En la empresa familiar se puede hablar con mayor grado de libertad, hay más capacidad de perdón, pero también alguien puede anclarse en el rencor o elaborar listas negras."
Cuando esto sucede, él asegura que "tiende a reproducirse el patrón de lo que ocurrió en el pasado. Se suelen repetir las actitudes de los padres y los abuelos. Todo depende de cómo trataron aquella otra crisis nuestros antepasados. Lógicamente no estamos predeterminados, pero he podido constatar que la herencia del pasado tiene un peso grande."
"Puedes ser consciente o no, pero en las crisis todos dependemos de valores que tenemos asumidos aunque solo sea inconscientemente", añade. "A lo mejor nunca los hemos explicitado, pero están y tienen su fuerza."
La novela "Los Aristegui: una familia, una empresa" tiene algunas peculiaridades. El lector sigue la historia de esta "dinastía" española a lo largo de tres generaciones del siglo XX. Una historia humana en la que asoman temperamentos diversos, aspiraciones comunes, enfrentamientos... Todo aliñado por defectos como el orgullo, la hipocresía, los celos, la avaricia o el rencor y también, cómo no, por ambiciones nobles y actos de generosidad, mezclados con pasiones como el miedo o el amor. Hasta aquí puede leerse como una narración literaria.
A la historia de esta familia empresaria Jordi Tarragona le ha añadido unas notas a pie de página, breves pero que orientan sobre la lección que debe sacarse si uno quiere aprender del "caso Aristegui" para aplicarlo a la propia filosofía empresarial. El libro es, si hubiera que colocarle una etiqueta, didáctico.
Por eso Tarragona se pertrechó de unos anexos en los que expertos de reconocido prestigio hacen su aportación tras haber leído el libro: Miguel Ángel Gallo, Fernando Casado, José Manuel Zugaza, Oriol Amat y Salvatore Tomaselli. El libro propone al lector que haga su propia valoración de los personajes y luego la confronte con lo que dicen estos líderes.
Sobre esta idea, Tarragona afirma que "cada cual sacará sus conclusiones, que no tienen por qué ser las de estos expertos". Y recuerda aún sorprendido que "hace muchos años, mi padre me regaló un libro de Alfred Sloan, el presidente de General Motors. Lo subrayé. Cuando falleció mi padre, encontré su ejemplar y al abrirlo vi que había subrayado el libro también, ¡pero no coincidía nada entre su subrayado y el mío!"