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Reglas para crear una empresa familiar de éxito

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Edifa - publicado el 29/10/20

¿Empresa familiar? Aunque este modelo económico tiene ventajas considerables, también necesita tomar ciertas precauciones para conservar buenas relaciones familiares y profesionales.

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Trabajar con un familiar o amigo muy cercano puede resultar extremadamente complicado. “No hablamos de la misma forma a un hermano o hermana que a unos empleados”, confirma Armelle, que se ha encargado de la empresa de su padre junto con sus demás hermanos.

“Hay cosas que no se dicen y el ambiente puede ser muy nocivo. Esto recae directamente sobre la familia”. La joven decidió abandonar el barco hace seis meses.

“No tenía futuro en la sociedad y las historias en las que me sumergía diariamente estaban haciendo mella en mí”, confiesa.

No siempre es fácil trabajar con los padres, los hijos, el o la cónyuge, los hermanos, las hermana. ¿Cómo conservar lo mejor de los lazos familiares… y evitar lo peor?

La importancia del discernimiento antes de lanzarse

Celos, frustración, divergencias de estrategias, fuerte implicación afectiva…

“Hay que analizar las situaciones sin dejarse atrapar por la dimensión afectiva”, advierte Marie-Christine Bernard, laica consagrada, teóloga especializada en antropología y coach. “¡Las personas con las que tomamos decisiones para la empresa son las mismas con las que compartimos la comida de Navidad!”.

Los lazos entre esfera privada y universo profesional pueden preocupar a quienes se comprometen a trabajar con sus seres queridos.

Vianney y Laure d’Alançon se lanzaron en esta aventura hace unos cuantos años. Con 25 y 27 años respectivamente, esta joven pareja dirige una joyería fundada sólo cuatro meses después de casarse.

“Nos dimos un mes para ver si lográbamos trabajar juntos”, aseguran. La experiencia resultó ser redonda, ya que luego abrieron nuevas tiendas. Sin embargo, Laure confiesa sin rodeos que ella “no estaba muy a favor” de la propuesta de su esposo de montar un negocio juntos.

“Los dos tenemos un carácter bastante fuerte. Yo pensaba que las relaciones concretas en el día a día requerían que tuviéramos la misma forma de trabajar. De considerar las cosas. Previendo lo que teníamos que afrontar, tenía un poco de miedo”.

El discernimiento y la reflexión son esenciales.

Compartir las tareas es esencial

Marie-Christine Bernard anima siempre a las personas que conoce a “montar sus empresas, a reinventar el empleo”, pero ya le ha pasado el deber aconsejar a una pareja aplazar su proyecto.

“Era una falsa buena idea. Eran demasiado jóvenes y debían afirmarse en sus profesiones respectivas antes de lanzarse”. Compartir las tareas en la empresa, igual que en casa, es esencial.

Es imperativo ponerse de acuerdo con antelación para saber quién se encargará de qué en el ámbito de la vida doméstica y el cuidado de los niños, cómo se organiza el espacio de la casa cuando alberga la sede de la empresa, los tiempos de trabajo, etc. A menudo es menos sencillo que en una empresa en la que no hay lazos de parentesco”.

Cuando su padre propuso a Jean unirse a la pequeña empresa familiar, el joven acababa de interrumpir sus estudios de psicología y buscaba reorientarse.

La oportunidad era atractiva, el trabajo interesante, variado… Sin embargo, Jean pidió un tiempo de reflexión: “Soy de naturaleza un poco perezosa, sabía que trabajar con mi padre me exigiría que me esforzara”. Luego, firmó el contrato, básicamente para “pasar el rato”.

Casi dos años después, retomó una formación de técnico superior y descubrió un interés insospechado por la empresa fundada por su abuelo. Sus temores se esfumaron rápidamente.

Su rigor y su implicación en esta empresa reemplazaron su antigua pereza adolescente. “Tuve que demostrar mi valía muy rápido, ante mi padre, ante el jefe y los empleados”, admite el joven. “En realidad, tenía que implicarme aún más que los demás, por ser el hijo del director. Debía ganarme mi puesto a los ojos de los demás, que tuvieron que enviar un currículum y pasar unas entrevistas”.

Al seguir unos estudios adaptados, Jean demostró también a su padre ser digno de confianza y capaz de implicarse: “Papá me dijo que, si quería tomar el relevo, debía conseguir los títulos adecuados. Sólo me daría las riendas de la sociedad si tenía las competencias, las capacidades y las ganas”.

El nepotismo, ese enemigo que acecha a toda empresa familiar

Los temores se atenúan a medida que crece la confianza entre los allegados, que la profesionalidad se hace incuestionable. Según el doctor Jacques-Antoine Malarewicz, psiquiatra y asesor empresarial, el nepotismo es, precisamente, “el gran riesgo” que acecha a toda empresa familiar.

“La gestión de la empresa exige claridad, y ahí reside la clave para el dirigente”. Cuando un allegado resulta ser incompetente, “es lógico que abandone la empresa, aunque sea un miembro de la familia”.

Bertrand Cuny, presidente del comité de supervisión de la sociedad Vygon, declara que un allegado debe ser contratado por sus competencias. Si la empresa está dirigida hoy por el yerno de su fundador es porque tiene capacidad para hacerlo.

“La familia es responsable de la empresa y debe considerar que todo despido es un fracaso”, valora Bertrand Cuny. “Su primer deber es encontrar un dirigente motivado y competente. Si pertenece a la familia, podemos considerar que estará motivado, ¡pero eso no significa que sea competente!”.

Todos los que trabajan con seres queridos lo dicen: la regla de oro es separar la esfera privada de la profesional. Un auténtico desafío…

Es una base de la que derivan todas las recomendaciones decididas a continuación. Laure y Vianney establecieron de inmediato este principio: “¡No se habla de trabajo después del trabajo! E intentamos no hablar en la oficina de lo que nos concierne personalmente”.

Igual que ellos, Jean y su padre no tratan cuestiones que afectan a la empresa delante del resto de la familia. Cada uno cuenta con la discreción del otro. Y lo mismo sucede en la familia de Bertrand Cuny, en la que varios miembros son accionarios. Arnould d’Hautefeuille, asesor de gobernanza para empresas familiares, recomienda incluso, en la medida de lo posible, “no depender jerárquicamente de un miembro de la familia durante un primer empleo”. Las competencias se juzgarán con más lucidez. Es por eso que Jean es acompañado en el día a día por el jefe del taller y no por su padre. “Las relaciones empleador/empleado son menos directas”.

El Evangelio para inspirar la gestión

Esta proximidad cotidiana exige una gran prudencia y mucha delicadeza por parte de los miembros de una misma familia. Vianney d’Alançon lo reconoce: “Sabíamos que era importante establecer más normas entre nosotros. Cuando se trabaja en pareja, hay que evitar las tensiones a toda costa. Y dejar de lado nuestras excesivas ambiciones personales.”.

Ambos grandes comunicadores, Laure y su esposo han aprendido a ajustar su modo de funcionar. Marie-Christine Bernard disfruta particularmente a la hora de “acompañar a cristianos casados para quienes la aventura profesional forma parte de la aventura de pareja”. Según esta veterana especialista de lo humano y la empresa, “hay una verdadera voluntad de coherencia entre su deseo de fidelidad mutua, de duración y de su compromiso en la ciudad a través de su trabajo”.

Para muchos católicos que trabajan en familia, la fe es un pilar. Acompaña a cada uno en su discernimiento, en la actitud correcta. Una forma de ser que consiste en “ayudarse mutuamente a progresar, sin herirse, manteniéndose sinceros”, explica Marie-Christine Bernard. El Evangelio aplicado a la empresa sigue siendo la mejor fuente de una gestión con rostro humano.

Ariane Lecointre-Cloix

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