Fray Luis de León es uno de los poetas más importantes del Renacimiento español, junto con autores como el místico san Juan de la Cruz, Alonso de Ercilla o Fernando Herrera. Su obra es de contenido religioso.
Para la Historia de la Literatura, Fray Luis es conocido como uno de las grandes firmas de la poesía ascética castellana, buen conocedor de los clásicos latinos y de un estilo elegante y delicado que acerca a Dios.
Habla de la inquietud del alma humana, del deseo de huir de lo mundano y de la sed de eternidad en muchos de sus escritos.
Una de sus Odas, la número XVIII, la dedica "A la Ascensión" del Señor a los cielos, uno de los grandes misterios de la Salvación.
Dice así:
"¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!"
Así pues, el poema no presenta una escena de júbilo (como podríamos imaginar) sino que deja entrever el sabor agridulce que deja la partida del Señor en quienes contemplan la escena.
A pesar de que es un momento glorioso, los discípulos de Jesús se pueden sentir desvalidos en ese momento por la pérdida de su presencia física.
Los expertos afirman que en este poema Fray Luis de León muestra un gran conocimiento del evangelio que narra el momento de la Ascensión y no se aparta de su mensaje.
Sin embargo, puede que Fray Luis esté volcando también en esas palabras de añoranza de Dios la sensación que ha provocado la cárcel en su alma.
Y es que Fray Luis estuvo en prisión cinco años.
De una parte, se le abrió un proceso por haber traducido el "Cantar de los Cantares" del latín a una lengua vulgar (el castellano) sin la licencia que exigía el Concilio de Trento.
De otra parte, anteriormente también se le había acusado en 1572 ante la Inquisición de postular la primacía de los textos originales de la Biblia y no someterse a la «Vulgata» como proponía la Contrarreforma.
Fray Luis fue absuelto de los cargos, regresó de Valladolid a Salamanca y dio clases en la Universidad hasta el fin de sus días. Pero la cárcel dejó huella en su alma.
Así pues, la oda "A la Ascensión" es, en este sentido, un poema de amor a Dios desde quien se siente huérfano.
San Bernardo hace esta lectura del texto evangélico. Escribe:
"Pero si bien lo pensáis, hermanos, ¡cuánto dolor y temor ocuparía los apostólicos pechos cuando le vieron desviarse de ellos y levantarse sobre los aires! [...] Bendiciéndoles, caminaba al cielo, estremeciéndose acaso aquellas entrañas de singular misericordia al dejar a los suyos afligidos [...]. ¿Cómo me dejaste sin despedirte de mí, cuando hermoso en tu gala, Rey de la gloria, te retiraste a las alturas de los cielos?"
Tres siglos después de Fray Luis, su estela sigue presente en otros autores cristianos. San Josemaría Escrivá, que siempre enriqueció su predicación con la lectura de clásicos, escribió para el segundo misterio glorioso de su librito "Santo Rosario": "Tú y yo sentimos la orfandad; estamos tristes, y vamos a consolarnos con María".