"Mátenme a mí, no a la gente". La monja de Myanmar que se la jugó por su gente cuenta su historia (Editrice missionaria italiana, pp. 96).
Se trata del primer libro que narra el gesto valiente de la hermana Ann Rose Nu Tawng, la religiosa birmana que, durante las manifestaciones en las calles de Myanmar, se arrodilló frente a los soldados para pedirles que no dispararan a los jóvenes manifestantes. Estos salieron a la calle para pedir la vuelta de la democracia, pisoteada con el golpe de Estado de los militares en febrero.
Pero lo que ocurrió el 28 de febrero de 2021 conmueve hasta al corazón más duro. La monja armada solo de su fe se enfrentó a un pelotón de soldados dispuestos a disparar contra los manifestantes que en Myitkyina, como en otras ciudades, reclamaban la libertad. La hermana Ann Rose Tawng protege a los jóvenes manifestantes, arriesgando su propia vida en nombre del Evangelio y de la dignidad humana.
"Al ver a los manifestantes en peligro, decidí protegerlos, incluso a riesgo de mi vida. Fui a la policía y les rogué. Me arrodillé y levanté los brazos al cielo, invocando la ayuda del Señor. Si quieres golpear a la gente o disparar a los manifestantes, hazlo conmigo en lugar de con ellos. Mátenme a mí, no a la gente", contó la hermana Anne Rose Nu Tawng
La fotografía de la hermana Ann Rose, consagrada y enfermera en la ciudad de Myitkyina, en el norte de Myanmar, arrodillada -en dos días diferentes, el 28 de febrero y el 8 de marzo- frente a los militares desplegados, explica en el libro sus razones: "Creo que Dios me utilizó, en el momento en que me arrodillé frente a los militares. El Espíritu Santo me dio fuerzas. Sólo pude hacerlo por la gracia de Dios".
Detrás del gesto, un escenario más amplio; el ejército que amordaza la frágil democracia birmana, encarnada por la líder Aung San Suu Kyi, que es puesta bajo arresto. Se desencadena la represión militar, con asesinatos, detenciones y violencia. Los jóvenes sufren las primeras víctimas de la represión en las calles.
"Myanmar, de ser un país feliz y pacífico, se ha convertido en un lugar donde reinan el miedo y la tristeza. La gente común no quiere someterse a un régimen militar. Por eso hice lo que hice, ya que no podía soportar ver a la gente llorar y sufrir", dice la hermana Ann Rose.
"Al ver a los manifestantes en peligro, decidí protegerlos, incluso a riesgo de mi vida. Fui a la policía y les rogué. Me arrodillé y levanté los brazos al cielo, invocando la ayuda del Señor. "Si quieres golpear a la gente o disparar a los manifestantes, hazlo conmigo en lugar de con ellos. Mátenme a mí, no a la gente", explicó.
En el libro, escrito por Gerolamo Fazzini, que describe la situación sociopolítica de Myanmar, la Hermana Ann Rose mostró su esperanza:
La religiosa se alinea al mensaje del papa Benedicto XVI que insta a ser operadores de paz: "La bienaventuranza de Jesús dice que la paz es al mismo tiempo un don mesiánico y una obra humana. En efecto, la paz presupone un humanismo abierto a la trascendencia. Es fruto del don recíproco, de un enriquecimiento mutuo, gracias al don que brota de Dios, y que permite vivir con los demás y para los demás" (01.01.2003).