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Una botella de agua bendita del Titanic con una nota de despedida

Cobh, The Queenstown Story at Cobh Heritage Centre
Patty Knap - publicado el 15/04/21
Un año después de que el barco se hundiera, se encontró la botella, a pocos kilómetros de la ciudad natal del muchacho que la envió

Jeremiah Burke, un irlandés de 19 años, viajaba a bordo del Titanic, para encontrarse con dos hermanas que ya habían emigrado a Estados Unidos. Su prima Nora Hegarty estaba con él.

Era el menor de siete hermanos y había trabajado en la granja familiar antes de emprender su viaje. Sus hermanas se habían establecido en Charlestown, Massachusetts, y habían enviado dinero a casa para que Jeremiah se uniera a ellas.

Antes de irse, su madre Kate le dio una pequeña botella de agua bendita para el viaje. Su padre William llevó a los primos a Queenstown para despedirse de él.

Cuando el barco chocó contra un iceberg y comenzó a hundirse, Jeremiah escribió una nota y la colocó en la botella de agua bendita que le había dado su madre, la ató con sus propios cordones y la tiró por la borda.

La nota simplemente decía: "Desde el Titanic, adiós a todos, Burke de Glanmire, Cork". No podía haber sabido que serían las últimas palabras conocidas del Titanic.

Un año después, el mensaje en una botella llegó a unos pocos kilómetros de la ciudad natal de Jeremiah, Glanmire, Cork. La Policía Real de Irlanda se puso en contacto con la familia Burke, con la noticia de que un hombre que paseaba a su perro había encontrado el mensaje en una botella en Dunkettle. Había leído la carta y se la había entregado a las autoridades.

Kate reconoció de inmediato la letra de su hijo, e identificó la botella de agua bendita que le había dado justo antes de que partiera en su viaje.

Un artículo en The Cork Examiner del 27 de abril de 1912 decía que "la simpatía de la gente de Cork se manifestará en toda su extensión con los padres de la señorita Nora Hegarty de Killavallig, Whitechurch, y el señor Jeremiah Burke, de Upper Glanmire, los cuales solo tenían 19 años y perdieron la vida en el desastre del Titanic".

"Se fueron de Queenstown llenos de esperanza por una carrera brillante y feliz en los Estados Unidos", decía el artículo. "Sus padres y familiares sentirán la simpatía de todos en el gran dolor que están sufriendo".

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