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En la madrugada de este lunes 5 de abril murió a la edad de 82 años el padre Robin Traverso Batto. Su caso, que por estas horas conmueve a la comunidad de creyentes en Uruguay, y en particular a la capital de Montevideo, se convirtió en el primero de un sacerdote que fallece por coronavirus en el país sudamericano.
Los mensajes en redes sociales no se hicieron esperar, pues si había algo que verdaderamente contagiaba el padre Robin era la alegría. Son innumerables los testimonios que dan cuenta de su entrega, escucha, consejos, amistad y hasta sentido del humor.
Es que si había algo que caracterizaba al padre Robin, además de su pasión por el equipo de fútbol de Uruguay Defensor Sporting, era su capacidad de romper protocolos, al mejor estilo papa Francisco.
En sus homilías siempre aparecían palabras justas, antes de las misas solía ofrecer “micrófonos” a personas de diversa índole y hasta los niños le tenían una simpatía especial cuando ofrecía golosinas a la salida del templo.
También era conocida públicamente su amistad con el padre Gonzalo Aemilius, sacerdote doctor en Teología, actualmente secretario personal del papa Francisco en Roma.
Robin, al papa Francisco, también lo llegó a conocer personalmente y hasta “pronosticar” que Bergoglio sería el próximo pontífice tras la renuncia de Benedicto.
Nacido en Montevideo en 1939, sus estudios los realizó en el Colegio y Liceo Maturana para ya luego dar respuesta al llamado al sacerdocio para lo cual estudió en la Facultad de Teología del Uruguay-Monseñor Mariano Soler.
Fue ordenado sacerdote en la catedral de Montevideo el 12 de octubre de 1972 en una ceremonia presidida por el arzobispo de aquel momento, monseñor Carlos Parteli, de quien llegó incluso a ser secretario de prensa.
Su vocación de servicio dejó huellas en varios como cura párroco, entre los sitios más famoso, por ejemplo, en sus últimos años, las parroquias Stella Maris (Carrasco) y San Juan Bautista (Pocitos).
Los últimos meses de su vida, ya retirado como párroco, los pasó como residente en la parroquia de Punta Carretas. En las últimas semanas trascendió la noticia de su internación en CTI y su lucha contra el coronavirus. Fueron muchas las oraciones que se han ofrecido y mismo desde el hospital envió mensajes pidiendo que rezaran por él.
Las anécdotas vinculadas a Robin también suelen ser demasiadas, pero una de las más famosas, que incluso rompió fronteras y hasta fue publicada por la prensa secular de Argentina, fue una vinculada a los caballos. “Una bendición: el cura que apostó a ganador en un turf y se llevó el premio mayor”, era el titular del diario La Nación.
Es que la afición de Robin por los caballos desde niño gracias a acompañar a un tío al principal hipódromo de Uruguay (Maroñas) generó que ya siendo cura se asociara a un stud (aunque con una mínima y cuasi simbólica participación, “una orejita”, como él decía).
Esto lo llevó a involucrarse en 2011 con Impérrito, un caballo que llegó a ganar el Gran Permio Ramírez (la carrera de caballos más famosa del turf de Uruguay) el 6 de enero de 2013. Efectivamente, Robin pudo festejar aquel triunfo, aunque siempre ha dejado claro, indica la crónica, que “le reza a Dios solamente para que no haya accidentes y nunca para que ganara su caballo”. Con el paso del tiempo Robin se desvinculó de aquella aventura, pero su pasión permanecía intacta.
“Siempre había querido tener alguno, pero nunca podía por razones económicas. Hasta que un amigo, Ignacio Vilaseca, me invitó a entrar con «una orejita» y como estaba dentro de mis posibilidades le dije que sí”, dijo en esa oportunidad.
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El padre Robin partió a la casa del Padre en tiempo de Pascua. Este lunes estaba prevista una misa la parroquia de San Juan Bautista para agradecerle a Dios por su vida, uno de los sitios donde más se lo extrañará.
También el padre Gonzalo Estévez, actualmente párroco de Stella Maris, envió un mensaje a la comunidad que bien resume la vida de Robin:
Todo sucedió en la Pascua, precisamente un tiempo de inmensa alegría por el anuncio de la resurrección de Jesús.
Q.E.P.D Robin.