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El Papa contó “momento muy oscuro” en su vida a sacerdotes de Roma

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 01/04/21
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En la Misa Crismal, el papa Francisco alentó a los sacerdotes a abrazar la Cruz, a pesar de la incomprensión, el rechazo, la persecución “en época de escándalos” para la Iglesia Católica.

“Jesús abrazó la Cruz entera. ¡Porque en la Cruz no hay ambigüedad! La Cruz no se negocia”, dijo el papa Francisco en su homilía de este Jueves Santo, 1 de abril, en la mañana, delante a 80 presbíteros de la Diócesis de Roma.

La Misa Crismal, también ha sido un signo de esperanza, pues no se realizó el año pasado debido a la pandemia a causa del covid-19. Distanciados, con mascarilla también participaron 36 cardenales.

“Del modo como abrazamos la Cruz al anunciar el Evangelio —con obras y, si es necesario, con palabras— se transparentan dos cosas: que los sufrimientos que sobrevienen por el Evangelio no son nuestros, sino «los sufrimientos de Cristo en nosotros» (2 Co 1,5)”.

Y añadió: “que «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor» y nosotros somos «servidores por causa de Jesús» (2 Co 4,5)”.

El Papa compartió un “recuerdo” con los sacerdotes antes de concluir su homilía en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana.

“Una vez, en un momento muy oscuro de mi vida, pedía una gracia al Señor, que me liberara de una situación dura y difícil. Fui a predicar Ejercicios Espirituales a unas religiosas y el último día, como solía ser habitual en aquel tiempo, se confesaron. Vino una hermana muy anciana, con los ojos claros, realmente luminosos.

Era una mujer de Dios. Al final sentí el deseo de pedirle por mí y le dije: “Hermana, como penitencia rece por mí, porque necesito una gracia. Si usted la pide al Señor, seguro que me la dará”.

Ella se detuvo un largo momento, como si rezara, y luego me dijo esto: “Seguro que el Señor le dará la gracia, pero no se equivoque: se la dará a su modo divino”, abundó.

Finalmente, subrayó “esto me hizo mucho bien: sentir que el Señor nos da siempre lo que pedimos, pero lo hace a su modo divino. Este modo implica la cruz. No por masoquismo, sino por amor, por amor hasta el final.”

“El anuncio del Evangelio siempre está ligado al abrazo de alguna Cruz concreta”, apuntó.

“¿Qué reflexión podemos hacer para sacar provecho para nuestra vida sacerdotal al contemplar esta temprana presencia de la Cruz —de la incomprensión, del rechazo, de la persecución— en el inicio y en el centro mismo de la predicación evangélica?”, preguntó.

En primer lugar: “nos causa estupor comprobar que la Cruz está presente en la vida del Señor al inicio de su ministerio e incluso desde antes de su nacimiento”.

“Es verdad que todos los crucificadores de la historia hacen aparecer la Cruz como si fuera un daño colateral, pero no es así: la Cruz no depende de las circunstancias”.

Luego, destacó: “las grandes cruces de la humanidad y las pequeñas cruces de cada uno de nosotros no dependen de las circunstancias”.

¿Por qué el Señor abrazó la Cruz en toda su integridad? […] Si lo circunstancial afectara el poder salvador de la Cruz, el Señor no habría abrazado todo. Pero cuando fue su hora, Él abrazó la Cruz entera. ¡Porque en la Cruz no hay ambigüedad! La Cruz no se negocia.

La segunda reflexión del Papa estuvo dedicada a la Cruz y el escándalo del mal: “la mordedura de la serpiente, la cual, al ver al crucificado inerme, lo muerde, y pretende envenenar y desmentir toda su obra”.

“Mordedura que busca escandalizar, esta es una época de los escándalos, inmovilizar y volver estéril e insignificante todo servicio y sacrificio de amor por los demás”. Y advirtió: “Es el veneno del maligno que sigue insistiendo: sálvate a ti mismo”.

Sostuvo que la Cruz “pasó a ser para nosotros el antídoto que neutraliza el poder del Maligno”.

En esta línea indicó que” hay cruz en el anuncio del Evangelio, es verdad, pero es una Cruz que salva”. Es una Cruz “con la fuerza de la victoria de Cristo que vence el mal, que nos libra del Maligno”.

Subrayó que los fieles, en especial los sacerdotes, que abrazan la cruz “nos permite discernir y rechazar el veneno del escándalo con que el demonio nos querrá envenenar cuando inesperadamente sobrevenga una cruz en nuestra vida”.

No retroceder ante el mal, instó el Papa en este inicio del Triduo Pascual, Jueves Santo.
“Nosotros no nos escandalizamos, porque no se escandalizó Jesús” en medio “de los gritos y amenazas de los que no querían oír su Palabra”.
Asimismo, advirtió a los sacerdotes que el Evangelio no debe reducirse a normas, moralismo y clericalismo.

“Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús al tener que sanar enfermos y liberar prisioneros en medio de las discusiones y controversias moralistas, leguleyas, clericales que se suscitaban cada vez que hacía el bien”.

Y avisó que “no nos escandalizamos porque el anuncio del Evangelio no recibe su eficacia de nuestras palabras elocuentes, sino de la fuerza de la Cruz (cf. 1 Co 1,17)”.

La homilía en esta Misa estuvo dedicada a la misión sacerdotal y durante el rito los sacerdotes renovaron las promesas (pobreza, castidad y obediencia).

Durante la Celebración Eucarística, tuvo lugar también la bendición del óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el crisma.

El papa Francisco no presidirá esta tarde (18:00 hora de Roma) la conmemoración de la Última Cena del Señor ("In Coena Dominis”) en la Basílica Vaticana. Lo hará en su lugar, el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio cardenalicio.

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