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Cómo cuidar a la familia tanto como cuido el trabajo

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Dolors Massot - publicado el 23/03/21
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¿Hablamos de business? La familia es nuestro mejor negocio. Y si buscamos la conciliación, hay 10 competencias directivas que podemos aplicar en casaCuando se habla de conciliación, uno de los mayores expertos mundiales es Nuria Chinchilla, profesora del IESE Business School.

Chinchilla lleva más de 20 años elaborando análisis y propuestas para mejorar la conciliación entre trabajo y familia. Comenzó esta especialidad a raíz de que en España se promulgó la ley de conciliación de la vida laboral y familiar.

Para que la conciliación sea una realidad, Chinchilla subraya que nos estamos equivocando si vemos trabajo y familia como dos enemigos. Ella recuerda que son “dos áreas en las cuales te enriqueces y se enriquecen la una a la otra”. Por eso prefiere hablar de “integración”.

Familia y trabajo no son enemigos: eres una sola persona

“No se trata -explica- de poner de acuerdo contrarios, sino más bien de buscar el hilo de vida, la línea de vida, una sola, que no son tres ni cinco; la línea de vida que vas tejiendo a medida que vas tomando decisiones en tus diferentes áreas. Eres la misma persona y tú te vas haciendo y deshaciendo con cada una de esas decisiones, vas cambiando esa realidad, tú cambias y cambia el área”.

“Yo soy el que da oxígeno”

Conciliar (integrar) las diversas áreas tiene, según Chinchilla, mucho que ver con la ecología. Lo compara con la ecología humana: “Yo soy el que da oxígeno a las diferentes áreas de mi vida, trago CO2 y hago fotosíntesis como las plantas y expelo oxígeno.”

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Se trata de oxigenar las diversas áreas de nuestra vida, sin descuidar ninguna.

Cuando uno no concilia (e integra las diversas áreas de su vida), entonces no oxigena ni su vida ni la sociedad: “¿O tal vez lo que hago -se pregunta- es tragar mucho oxígeno de diferentes áreas y solo expelo CO2? Y hay más áreas todavía: la sociedad, los amigos, el descanso, el tiempo libre…”

“Al final -concluye- todo se traduce en la persona, que es quien toma las decisiones y es la persona la que va mejorando o empeorando.”

Conseguir la unidad de vida

Chinchilla explica en el post más reciente de su blog que la era covid-19 puede definirse con “el acrónimo inglés VUCA, para las palabras veloz o volátil, incierto, complejo y ambiguo”. Ante esta situación, la profesora recuerda que si un directivo quiere liderar personas, primero debe ser líder de sí mismo para luego serlo en el resto de áreas de su vida: como padre de familia, como empresario… De ahí que sea importante la unidad de vida.

La encíclica Gaudium et spes (n.43) alerta contra la tentación que ataca al cristiano para que disocie su relación con Dios de su comportamiento en el trabajo, la familia y las relaciones sociales.

San Josemaría, en su libro de homilías “Amigos de Dios” apunta: “No hay –no existe– una contraposición entre el servicio a Dios y el servicio a los hombres; entre el ejercicio de nuestros deberes y derechos cívicos, y los religiosos; entre el empeño por construir y mejorar la ciudad temporal, y el convencimiento de que pasamos por este mundo como camino que nos lleva a la patria celeste.”

Entonces, ¿por dónde comienzo?

Nuria Chinchilla apunta dos claves:

  1. Conocerse muy bien a uno mismo para saber de dónde parto y quién soy. Y el “quién soy yo” es muy amplio pero, como mínimo, hay que saber cuáles son mis capacidades en el momento actual; luego saber cuál puede ser mi potencial; y después conocer mis raíces, mis valores, mis creencias, todo lo que me ha venido dado y lo que he ido desarrollando.
  2. Descubrir la misión personal, irrepetible, la vocación personal, intransferible e irrenunciable, el “para qué estoy aquí”, cuál es mi propósito en la vida, qué es lo que yo, y solo yo puedo hacer. Es el “adónde voy”.
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Tu misión personal es irrenunciable.

“La misión genérica -dice Chinchilla” es ser feliz, que es para lo que hemos sido creados, pero de esto la persona se olvida. Y olvidarse de esto es muy grave porque cuando no entendemos que esto es el “para qué” de la vida, nos dejamos engatusar y nos dejamos despistar por demasiados temas, y por ello creo que esta circunstancia del covid-19 es una oportunidad, porque nos está centrando, nos está desnudando de nuestras caretas y de cantidad de cosas superfluas y nos está ayudando a alinear nuestra vida con nuestros verdaderos valores.”

Diez competencias para cuidar la familia tanto como el trabajo

Para integrar mejor familia y trabajo, Chinchilla propone una lista de 10 competencias directivas que sirven para la empresa y también para desarrollar en la familia. Están en su libro “Integrar la vida”:

Orientación al cliente.

En la familia, pensar y actuar conforme a las necesidades de los miembros de la familia.

Liderazgo.

En la familia, ser referente a seguir.

Integridad.

En la familia, ganarse la confianza a través de la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace.

Iniciativa.

En la familia, proactividad, adelantarse en el servicio a las necesidades de los demás.

Trabajo en equipo.

En la familia, contribución al proyecto común, según la edad y la capacidad de cada uno.

Comunicación.

En la familia, capacidad de empatía y de escucha activa.

Visión de negocio.

En la familia, descubrir necesidades y oportunidades para el conjunto de la familia y de cada uno de sus miembros.

Mejora personal.

En la familia, autoconocimiento, autocrítica, motivación por aprender.

Toma de decisiones.

En la familia, racionalidad y prudencia, frenar el temperamento y desarrollar un carácter positivo.

Orientación interfuncional.

Anticipar consecuencias de cómo incidirán en los otros las acciones y omisiones propias.


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