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A medida que vamos caminando siguiendo las huellas de Jesús esta Cuaresma, nos vamos descubriendo más como seres humanos llamados a vivir una libertad que imprime todo su carácter en el amor.
A-mar
Vivir es constantemente dar un paso detrás del otro, caminar invitados a darnos, a amar, a servir. La mayor libertad es la que se da en el a-mar, es decir, en ese fondo del mar de nuestro corazón donde anida el Espíritu de Dios y que recibió su semilla en el bautismo.
¿Sabré también entrar más a fondo en esta agua?
Cristo es el camino, que nos guía hacia esta pascua, donde es necesario morir para resurgir como Él en el don más excelso de Su amor, a una vida nueva.
El Espíritu Santo que impulsa
En las profundidades de nuestro mar interior encontramos a Dios, y también nos topamos con los límites que nos hacen humanos.
Sin embargo, en el amor sin medida, sin juicio, libre y profundo lo que importa no es cuán limitados somos, sino cuán capaces somos de dejar de vernos a nosotros mismos para ofrecernos como don.
Tenemos al Espíritu Santo que impulsa nuestros actos y nos vuelve océano para recibir y llevar a la orilla a quien ha naufragado, para conducir con sutileza a otros al puerto seguro de Dios.
Sin importar la tormenta o el mal tiempo, sabemos de antemano que Quien nos sostiene y guía, vive en nosotros.
Artículo basado en el texto original: A-mar (A-mar con Espíritu Santo) de Pauline Lodder