Si somos capaces de darnos a los demás, es porque el Señor nos ha mostrado el camino
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El Señor Jesús vino y viene cada día para mostrar el camino a seguir para alcanzar la plena felicidad, que consiste en darse a los demás como Él mismo hizo.
“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13).
Cielo en la tierra
Su vida es para todo cristiano el modelo a seguir, la ruta y la dirección que nos encamina hacia lo que llamamos Reino de Dios, que no es otra cosa que vivir el cielo en la tierra.
Jesús es la brújula que muestra el horizonte al que nos encaminamos con nuestras acciones y con la obra de nuestra vida: llegar al Padre.
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí” (Jn 14, 6).
Maestro en humanidad
Si somos capaces de darnos, de servir, de vivir según el amor de Dios, es porque ha venido alguien a enseñarnos cómo hacerlo. La referencia de nuestra vida está plasmada en el Evangelio y la meta de todo cristiano es hacer de él, su estilo de vida.
Cristo es verdaderamente el Maestro en humanidad, en servicio y en amor. Y es siguiendo sus huellas que los seres humanos alcanzamos nuestra máxima capacidad humana. Volviendo la mirada a Él podemos darnos cuenta que su mensaje se vuelve carne en nuestra historia. Si somos capaces de darnos a los demás, es porque el Señor nos ha mostrado el camino.
¡Darme como tú, Jesús!
Meditar siguiendo las huellas de Cristo esta cuaresma, puede ser una excelente oportunidad para hacer nacer nuevamente la esperanza y reconducir lo que hayamos perdido por el camino. Él es el modelo, el ejemplo: ¡sigámoslo!
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Artículo basado en el texto original: Quisiera (Luz de clara esperanza) de Pauline Lodder