“Qué fácil es caer en la trampa de pensar que debemos demostrar a los demás que somos fuertes, que somos sabios… En la trampa de fabricarnos falsas imágenes de Dios que nos den seguridad…”, el último mensaje del Papa en IrakEl papa Francisco sostuvo que la Iglesia de Irak está haciendo mucho por anunciar la sabiduría de la cruz propagando la misericordia y el perdón de Cristo. Lo dijo ante casi 10.000 cristianos en el Estadio ‘Franso Hariri” en Erbil, Irak, este domingo, 7 de marzo. “Qué fácil es caer en la trampa de pensar que debemos demostrar a los demás que somos fuertes, que somos sabios… En la trampa de fabricarnos falsas imágenes de Dios que nos den seguridad... (cf. Ex 20,4-5)”.
En realidad, es lo contrario, subrayó el Papa: todos necesitamos la fuerza y la sabiduría de Dios revelada por Jesús en la cruz. En el Calvario.
“Irak, cuántos de vuestros hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan las heridas de la guerra y de la violencia, heridas visibles e invisibles”, abundó.
“La tentación es responder a estos y a otros hechos dolorosos con una fuerza humana, con una sabiduría humana. En cambio, Jesús nos muestra el camino de Dios, el que Él recorrió y en el que nos llama a seguirlo”, añadió en la celebración eucarística este tercer domingo de Cuaresma.
El Papa centró su homilía en la lectura del Evangelio de hoy (Jn 2,13-25): Jesús echó del Templo de Jerusalén a los cambistas y a todos aquellos que compraban y vendían.
Francisco sostuvo que Jesús hizo este gesto tan fuerte “porque el Padre lo mandó a purificar el templo, no sólo el templo de piedra, sino sobre todo el de nuestro corazón”.
Tras el almuerzo en el Seminario Patriarcal, el papa Francisco se trasladó en automóvil al Estadio “Franso Hariri” de Erbil para la celebración de la Santa Misa, su último acto público en la nación del Golfo.
Limpiar el corazón
El Obispo de Roma que pronunció el credo en lengua árabe sostuvo, que “el corazón se limpia, se ordena, se purifica. ¿De qué? De las falsedades que lo ensucian, de la doblez de la hipocresía; todos las tenemos. Son enfermedades que lastiman el corazón, que enturbian la vida, la hacen doble”.
“Para limpiar el corazón necesitamos ensuciarnos las manos, sentirnos responsables y no quedarnos de brazos cruzados mientras el hermano y la hermana sufren”.
El Papa explicó que “necesitamos eliminar de nuestro corazón y de la Iglesia las nefastas sugestiones del poder y del dinero”.
“Pero, ¿cómo purificar el corazón? Solos no somos capaces, necesitamos a Jesús. Él tiene el poder de vencer nuestros males, de curar nuestras enfermedades, de restaurar el templo de nuestro corazón”.
Dios no nos deja morir
Vestido con una casulla púrpura, el Papa dijo que “Dios no nos deja morir en nuestro pecado. Incluso cuando le damos la espalda, no nos abandona a nuestra propia suerte. Nos busca, nos sigue, para llamarnos al arrepentimiento y para purificarnos”. Y “nos hace partícipes de su misma fuerza y sabiduría”.
Jesús – dijo – “nos libera de un modo de entender la fe, la familia, la comunidad que divide, que contrapone, que excluye, para que podamos construir una Iglesia y una sociedad abiertas a todos y solícitas hacia nuestros hermanos y hermanas más necesitados”.
El Pontífice exhortó a los cristianos a “resistir a la tentación de buscar venganza”. Y evitar hacer “proselitismo”. “El Resucitado nos hace instrumentos de la paz de Dios y de su misericordia, artesanos pacientes y valientes de un nuevo orden social”.
El Papa habló en italiano, y luego fue traducido en árabe.
La iglesia en Irak
Francisco destacó el modelo de la Iglesia en Irak por su “sabiduría” y misericordia, además del perdón que proviene de Cristo.
Y destacó la caridad en medio de tanta pobreza, tras tres décadas de guerra, terrorismo y violencia. “También en medio de una gran pobreza y dificultad, muchos de ustedes han ofrecido generosamente una ayuda concreta y solidaridad a los pobres y a los que sufren”.
“Este es uno de los motivos que me han impulsado a venir como peregrino entre ustedes, a agradecerles y confirmarlos en la fe y en el testimonio. Hoy, puedo ver y sentir que la Iglesia de Irak está viva, que Cristo vive y actúa en este pueblo suyo, santo y fiel“.
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