El tiempo es de las pocas cosas al alcance de todos los hombres vivos, y cómo lo usemos depende de nuestra libertad¿Cómo administro mi tiempo en el día a día? ¿Esta división de mi tiempo evidencia lo que es importante para mí?
“Nuestra vida está compuesta por el tiempo, y el tiempo es don de Dios, por lo tanto, es necesario emplearlo en acciones buenas y fructuosas”. (Papa Francisco, 5 de agosto de 2014).
Quizás pensarás: ¿y por qué tendría que examinar el uso de mi tiempo?
«Hermanos os digo esto: el tiempo es corto» (1 Co 7, 29).
Verdaderamente es corto nuestro tiempo. Por tanto, iniciemos cada día agradeciendo y saboreando cada instante. Es importante reconocer que el tiempo nos lo regala Dios y vuelve a Dios.
El tiempo es de las pocas cosas al alcance de todos los hombres vivos, y cómo lo usemos depende de nuestra libertad. ¡Qué pena vivir, “matando el tiempo”!
«Si el tiempo fuera sólo un alejarse del principio y no estuviera clara su orientación final —el retorno precisamente del principio— toda nuestra existencia en el tiempo estaría sin una dirección definitiva. Carecería de sentido” (San Juan Pablo II, Jueves Santo 1999)
La reflexión de San Juan Pablo II nos hace tomar conciencia de la presencia de lo eterno en el tiempo. Pues el tiempo depende de su relación con Aquel que no cambia, que es presente, pasado y futuro. Por tanto, el cristiano adquiere el compromiso de administrar su tiempo para obtener el mayor beneficio de él.
La vida es un tiempo en el que estamos convocados a usar a través del trabajo nuestros talentos y nuestras fuerzas para provecho nuestro y bien de la humanidad. Sólo de esta manera podemos encontrar una satisfacción verdadera.
El misterio del tiempo comienza a vislumbrarse cuando en la vida personal existe el anhelo por comprender que todos los días son buenos para servir a Dios, a pesar de las circunstancias o las situaciones difíciles.
Ideas para mejorar la gestión del tiempo
A continuación, te propongo unas buenas ideas para aprovechar y hacer más eficiente tu tiempo. Para empezar, puedes utilizar un cuaderno para apuntar el tiempo diario que ocupas en cada tarea. Para posteriormente, poder analizar en qué deberías invertir más tiempo y en qué menos:
- Dedica tiempo a planificar. Puedes dedicar un rato durante el fin de semana a organizar la agenda por días de la próxima semana. Esto te ayudará a ser más productivo: menús semanales, lista de la compra, citas médicas, deporte, tareas de limpieza en casa.
- Ponte plazos. Establece las principales tareas que debes realizar cada día y aquellas que podrías aplazar.
- Respeta las horas de sueño. Para realizar lo mejor posible nuestras tareas es imprescindible estar descansado. Establece horas para la desconexión y el descanso.
- Agrupa actividades compatibles. Por ejemplo, aprovecha tu tiempo de traslado en coche, transporte público para leer, rezar, escuchar un podcast o simplemente organizar ideas.
- Elimina tiempo innecesario en redes sociales o reduce las horas de TV.
El vivir intensamente nuestro tiempo consiste en reconocer en cada instante la presencia de Cristo, sabiendo que Él nos espera en el trabajo de cada día. “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (Eclesiastés 3).
La alegría y el ofrecimiento al vivir el tiempo es un modo de convertir toda la jornada en tiempo de oración. Ofrecer nuestro tiempo significa considerar que Dios está en el origen de cualquier obra nuestra. El ofrecimiento es la mejor vía para la fecundidad de nuestro trabajo. “Dios mío, yo te ofrezco esta hora de clase, te ofrezco esta noche de guardia, te ofrezco esta hora de plancha…”
En definitiva, aprovechar y santificar el tiempo es hacer rendir los días que Dios pone a nuestra disposición. Por tanto, nada es inútil. El tiempo es el mejor billete de ida para la eternidad.
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