Hasta su bandera lo dice casi todo. Kiribati, una pequeña república del Pacífico en Oceanía, tiene que ver mucho con el mar. Su característica de archipiélago cerca de Australia así lo confirma.
A continuación la bandera con una gaviota, el sol y el océano:
Es que este sitio, para algunos hasta ahora tal vez desconocido, tiene que ver mucho con otro de los tantos dramas que ha dejado la pandemia del coronavirus a nivel mundial. En este caso, las situación de muchos marineros abandonados y sin posibilidad de volver a casa.
Para esto ha incidido la decisión de los diversos gobiernos de cerrar pasos fronterizos o la imposibilidad de muchos de atender tripulaciones extranjeras y hacer repatriaciones.
Mientras esto acontece, y muchos se les negó un desembarco, en algunos puntos del planeta también fue la hora del abrazo tan esperado.
Apostolado del Mar
En los primeros días de febrero tuvo lugar una acción a favor de 25 marineros kiribati, personas procedentes precisamente de esa zona de Oceanía. Estos trabajadores en mar por el coronavirus no habían podido volver a sus hogares.
Detrás aparece el Apostolado del Mar del Sector de Movilidad Humana de la Comisión Episcopal Pastoral para la Transformación de la Acción Social de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB).
Efectivamente, en Brasil, uno de los países del mundo más afectados por la pandemia, se dio la posibilidad de que los marineros pudieran desembarcar en pequeños grupos en el Puerto de Santos. Las personas, según consigna la Iglesia en Brasil, fueron trasladadas a la Casa Stella Maris mientras esperaban la repatriación.
Los marineros, uno de los grupos afectados
El encargado de reconocer la difícil situación de muchas personas que trabajan en el mar en tempos de pandemia fue el propio coordinador nacional del Apostolado del Mar y capellán del Puerto de Santos, el sacerdote colombiano Samuel Fonseca Torres.
“Debido al miedo y la inseguridad de los cambios de tripulación, los contratos se renuevan automáticamente. Entonces, tenemos marineros que están 15, 18, 24 meses a bordo sin poder bajar a tierra ni regresar a sus países. Estos marineros que damos la bienvenida forman parte de un grupo de alrededor de 400 mil marineros que no pueden regresar a sus países”, expresó el misionero que trabaja en Brasil desde hace ya 20 años.
Por último, un recuerdo a la noble labor de este apostolado, cuyo público objetivo son marineros, pescadores y todos aquellos que viven del mar. A ellos también les corresponde el mejor de los abrazos.
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