Las 7 enfermedades del comunicador digital que quiere difundir la fe en Internet. ¿Qué riesgos corre? ¿En qué “patologías” puede incurrir?
Comunicar la fe no equivale a transmitir un conjunto de conocimientos abstractos o principios éticos. Se trata más bien de compartir un anuncio que se hace realidad y se vuelve acción, que da vida a numerosas iniciativas e inspira la cotidianidad de muchas personas.
Son necesarios muchos actos comunicativos (artículos, publicaciones, tuits, historias, videos, podcasts, intercambio de mensajes online) para compartir plenamente la promesa del gran mensaje cristiano.
La misión no es simple. Juan Narbona habla de ello en “Comunicare la fede oggi (strategie digitali per istituzioni ecclesiali e realtà religiose) – (Comunicar la fe hoy – estrategias digitales para instituciones eclesiales y realidades religiosas)” (ediciones Città Nuove).
Es fácil perder el equilibrio
Gestionar los recursos digitales es un trabajo que requiere muchas capacidades y, como en la vida personal, es fácil perder el equilibrio. Para orientar a las personas que llevan a cabo este trabajo, Narbona asocia a algunas enfermedades humanas los errores más comunes en la gestión de los mensajes. Mira cuáles son las 7 enfermedades del comunicador digital.
1) Miopía
El comunicador miope es aquel que carece de enfoque. Improvisa en las publicaciones y ofrece los contenidos que tiene, pero no los produce con una intención. Habla de todo y de nada.
2) Narcisismo
El narcisista habla solo de sí mismo. Todos los contenidos que propone son autorreferenciales y no se toma la molestia de entender cuáles son los intereses de la gente. Está convencido que cualquier mensaje o noticia debe suscitar la atención de los usuarios. No está interesado en interacturar con los demás ni dedica tiempo a seguir las conversaciones en curso.
3) Sordera
El comunicador sordo no escucha a su público. Piensa que analizar las estadísticas no cambiaría su trabajo y no está atento ni siquiera a las tendencias o la actualidad. Prefiere no responder a los mensajes de los usuarios y cree que participar en otras conversaciones es una pérdida de tiempo.
Para sanar, es conveniente adquirir el hábito de dedicar los primeros minutos del trabajo en red a la escucha, siguiendo si es necesario un protocolo (a. Estudiar el impacto de las publicaciones hechas el día anterior y analizar las estadísticas al menos una vez a la semana; b. Controlar las menciones de la institución en las principales redes sociales y los mensajes recibidos; c. leer los argumentos más importantes y discutidos del día antes de publicar).
4) Logorrea
La padece quien habla demasiado o precipitadamente online. Publica tuits, posts, historias y otros contenidos continuamente y sin sustancia, necesidad o interés. Es recomendable analizar al menos mensualmente cuál es el feedback que obtienen nuestros mensajes (visitas, tiempo de visita por página, likes en redes sociales, comentarios).
Si es bajo, nos daremos cuenta que no podremos involucrar a los destinatarios del mensaje, por los que será necesario bajar el ritmo de las publicaciones y esforzarse por mejorar la calidad.