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Cardenal Koch: Pedir a Dios nos quite los prejuicios sobre los demás

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 25/01/21
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La homilía del Papa leída durante la misa que cerró la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18 al 25 de enero).La oración sólo puede conducir al amor, de lo contrario es un ritualismo fatuo”. Este lunes, 25 de enero, a las 17.30 hora de Roma, el cardenal Kurt Koch presidió las tradicionales Segundas Vísperas de la Fiesta de la Conversión de San Pablo en la Basílica de San Pablo Extramuros y cerró la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18 al 25 de enero).

La homilía preparada por el Papa Francisco para la ocasión y evocando la “unidad con los cristianos”, ha sido pronunciada por el card. Koch durante la celebración de las Vísperas.

“Somos sarmientos de la misma vid, somos vasos comunicantes: el bien y el mal que cada uno hace se derrama sobre los demás. En la vida espiritual existe una especie de “ley de la dinámica”: en la medida en que permanecemos en Dios nos acercamos a los demás, y en la medida en que nos acercamos a los demás permanecemos en Dios”. 

A causa de un dolor de ciática, el Papa Francisco canceló su participación en la ceremonia. También hoy aplazó para nueva fecha su tradicional encuentro con el cuerpo diplomático internacional. 

La unidad con los cristianos, es también cuestión de pedirla a Dios en la oración: “Significa que si oramos a Dios en espíritu y en verdad surge la necesidad de amar a los demás y, por otra parte, que «si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros» (1 Jn 4,12)”.

La oración por la unidad de los cristianos

Si nuestra adoración es auténtica, creceremos en el amor por todos los que siguen a Jesús, independientemente de la comunión cristiana a la que pertenezcan, porque, aunque no sean “de los nuestros”, son suyos”, leyó Koch. 

El diálogo entre cristianos no es descontado, admite el texto del Papa. Sin embargo, constatamos que amar a nuestros hermanos no es fácil, porque enseguida aparecen sus defectos y faltas, y nos vienen a la mente las heridas del pasado. 

Aquí nos ayuda la acción del Padre que, como un agricultor experto (cf. Jn 15,1), sabe bien lo que tiene que hacer: «Todo sarmiento que no da fruto lo corta, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto aún» (Jn 15,2). 

El Padre corta y poda. ¿Por qué? Porque para amar hay que despojarse de todo lo que nos desvía del camino y nos encorva sobre nosotros mismos, impidiéndonos dar fruto. Pidamos, pues, al Padre que nos quite los prejuicios sobre los demás y los apegos mundanos que dificultan la plena unidad con todos sus hijos. 

Así, purificados en el amor, sabremos poner en segundo lugar las trabas terrenales y los obstáculos del pasado que hoy nos distraen del Evangelio”. 

La celebración ha sido en el Altar del Ábside de la Basílica. Presentes, dos representantes de las demás Iglesias y Comunidades Eclesiales (ortodoxos y anglicanos) que estuvieron sentados, como es habitual, a la derecha y a la izquierda del asiento papal, en este caso ocupada por el card. Koch. 

Unidad con toda la humanidad 

El tercer círculo de la unidad, afirmó Koch, el más amplio, es toda la humanidad.  “Aquí podemos reflexionar sobre la acción del Espíritu Santo. En la vid que es Cristo, Él es la savia que llega a todas partes. Pero el Espíritu sopla donde quiere y por todos los lugares que quiere para conducirnos de nuevo a la unidad”. 

Nos lleva a amar no sólo a los que nos quieren y piensan como nosotros, sino a todos, como Jesús nos enseñó. Nos hace capaces de perdonar a nuestros enemigos y los males que nos han hecho. Y nos insta a ser activos y creativos en el amor.

Nos recuerda que nuestro prójimo no es sólo el que comparte nuestros valores e ideas, sino que estamos llamados a ser prójimos de todos, buenos samaritanos de la humanidad vulnerable, pobre y sufriente —tan sufriente hoy en día— que yace en las calles del mundo y que Dios quiere levantar con compasión”. 

“Que el Espíritu Santo, dijo el cardenal, autor de la gracia, nos ayude a vivir en la gratuidad, a amar incluso a los que no nos corresponden, porque es en el amor puro y desinteresado donde el Evangelio da sus frutos. Por los frutos reconocemos el árbol: por el amor gratuito reconocemos si pertenecemos a la vid de Jesús”. 

Concreción del amor

Koch leyendo el texto del Papa afirmó que el “Espíritu Santo nos enseña así la concreción del amor hacia todos los hermanos y las hermanas con los que compartimos la misma humanidad, esa humanidad que Cristo unió a sí de manera inseparable, diciéndonos que lo encontraremos siempre en los más pobres y necesitados (cf. Mt 25,31-45)”. 

Una invitación al servicio. “El Espíritu, que renueva la faz de la tierra, también nos exhorta a cuidar la casa común, a tomar decisiones audaces sobre la forma de vivir y consumir, porque lo contrario de dar fruto es la explotación y es indigno desperdiciar los preciosos recursos de los que tantos carecen”

Camino ecuménico

El mismo Espíritu, autor del camino ecuménico, nos ha llevado esta tarde a rezar juntos. Y mientras experimentamos la unidad que proviene de dirigirse a Dios con una sola voz, deseo agradecer a todos los que durante esta Semana han rezado y seguirán rezando por la unidad de los cristianos”, concluyó.

Cabe mencionar un momento particular de la ceremonia, cuando el cardenal Koch, junto con los dos representantes de las otras iglesias, bajó a la tumba del Apóstol Pablo, donde se detuvo para un momento en oración; luego se dirigió al altar.

La celebración ha tenido varios pasos rituales con la entonación del Magnificat.  Antes de la bendición final, el cardenal presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos dirigió un discurso más allá de la homilía. Al final del canto de las Vísperas, tuvo lugar la bendición conclusiva.

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