Trump no sólo le entregó, a distancia, las llaves de la Casa Blanca a Biden. También le entregó la ‘maleta nuclear’.
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A partir del 20 de enero de 2021, Joe Biden, el nuevo presidente de los Estados Unidos tiene en mano la posibilidad de atacar con un arma atómica un país considerado hostil, en remoto, y no necesariamente en un centro operativo.
El traspaso del ‘maletín atómico’ es una tradición comenzada durante el mandato de John F. Kennedy, un presidente de familia católica, así como Biden. ¿Escuchará el nuevo presidente el llamamiento del Papa Francisco, justamente realizado en la víspera de su posesión, para liberar el mundo de las armas nucleares?
La humanidad necesita paz y cooperación y es fundamental el compromiso de todos. Así, lo indicó el Papa ayer cuando hizo un llamamiento dirigido a los Estados y a los ciudadanos durante la Audiencia General del miércoles. Y lo hizo a pocos días de la entrada en vigor del Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares, el próximo viernes 22 de enero.
Francisco anima al desarme global
A pesar de la importancia de la entrada en vigor del instrumento, cabe recordar que hasta ahora, los Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, China y Francia, las cinco potencias nucleares y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, no han firmado el acuerdo.
Como sus últimos predecesores, desde Juan XXIII hasta Benedicto XVI, Francisco anima al desarme global. Este viernes es un día histórico, pues entrará en vigor el Tratado aprobado en 2017. Este establece como ilegal el uso, la amenaza, la posesión y el almacenamiento de armas nucleares.
“Se trata del primer instrumento internacional jurídicamente vinculante que prohíbe explícitamente estas armas, cuyo uso tiene un impacto indiscriminado, afecta a un gran número de personas en poco tiempo y causa daños duraderos en el medio ambiente“, explicó el Papa Francisco (Audiencia General, 21 de enero de 2021).
No existe un mundo seguro
El Papa animó
“vivamente a todos los Estados y a todas las personas a trabajar con determinación para promover las condiciones necesarias para un mundo sin armas nucleares, contribuyendo al avance de la paz y de la cooperación multilateral, que hoy la humanidad necesita tanto”.
La Santa Sede desde siempre ha considerado Estados Unidos un interlocutor para acabar con la potencia destructiva de la energía nuclear con usos bélicos.
La entrada en vigor del Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares es un hito. Pues se produce en el 76 aniversario del lanzamiento por parte de Estados Unidos de sendas bombas atómicas – las únicas utilizadas en la historia – sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki del 6 y el 9 de agosto de 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial.
En efecto, EE.UU. y Rusia siguen teniendo el 93% de las armas nucleares del mundo. Pero, no hay un mundo seguro tras la Guerra Fría dado que 14 países poseen armas nucleares, entre ellos China, Corea del Norte, Pakistán, India, Gran Bretaña y Francia.
Paradójicamente, el pontífice representa a uno de los estados más pequeños del mundo (apenas 44 hectáreas) sin armas nucleares y sin autoridad de veto en el concierto de las naciones.
La oración de San Francisco de Asís
El ejemplo inicia en casa. Así, la Santa Sede también firmó el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares. Y en diversos discursos e intervenciones por parte de los delegados de la Santa Sede y pontificios se hace presión para que los países tomen mayor conciencia.
Por lo pronto, el primer mensaje del Papa dirigido al presidente Biden después del medio día de ayer, cuando oficialmente ya había sido investido como jefe supremo del ejército de Estados Unidos de América, es una exhortación a la reconciliación y a la paz dentro y fuera del país.
En este sentido, es importante rememorar la oración inspirada en San Francisco. Fue evocada por el Papa cuando habló sobre las armas nucleares visitando el Parque epicentro de la bomba atómica, en Nagasaki (24.11.2019):
“Sé que algunos de los aquí presentes no son católicos, pero estoy seguro de que todos podemos hacer nuestra la oración por la paz atribuida a san Francisco de Asís:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor;
y donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya duda, ponga yo fe;
y donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría”.