Con un acto político sin demasiado sentido fáctico, pero de impronta casi electoral, el presidente Alberto Fernández promulgó la ley del aborto en la Argentina, sancionada a finales de año por el Congreso de la Nación.
Estuvo rodeado de mujeres con pañuelos y tapabocas verdes, aunque acompañado de pantallas que en color celeste con letra sobreimpresa celebraban “Es Ley”.
Incoherencias
Durante el acto, también se pomulgó la ley denominada de los 1000 días, que supone apoyos estatales a la mujer que cursa un embarazo. El propio Fernández dijo que
“todas las mujeres saben que embarazadas van a tener un Estado detrás de ellas que le va a dar salud y garantías de ingresos suficientes para que ella y su hijo o hija pueda nacer y desarrollarse como corresponde”.
Pero seguidamente expresó, sin mencionar en este enunciado al niño por nacer:
“También la posibilidad de que la mujer o persona gestante que no quiera seguir adelante con su embarazo pueda hacerlo, ponerle fin a su embarazo en determinado tiempo, temprano del embarazo”.
Para Fernández, su ley “iguala en la capacidad de decidir” entre hombres y mujeres. El mandatario había dicho minutos antes, en tono de broma: “Creanme que estoy muy feliz de estar poniendo fin al patriarcado”.
Ni en la ley del aborto ni en la ley de los 1000 días figuran las palabras madre, hijo o hija, ni padre. La ley de apoyo a los 1000 días habla de mujeres o personas gestantes y niños o niñas. Pero no expresa la filiación entre ellos, como si se hace insistentemente, por ejemplo, en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.
La ley de apoyo a los 1000 días podrían ser más, ya que a diferencia de los programas de apoyo a la primera infancia, se extiende aquí hasta los tres años; que sumados a las 10 semanas de gestación supera los 1300 días.
No obstante, el propio Fernández aseguró en su discurso que, según él, el itinerario de igualdad comenzó hace años: Con la sanción de la ley de la “Asignación universal por hijo”, sancionada por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Reacciones
#Argentinadeluto fue el hashtag más usado para repudiar la promulgación de la ley en las redes sociales; en absoluto contraste con lo planteado por Alberto Fernández, quien expresó en el acto: “Hoy es un día de felicidad para todos”.
Pero entre los comentarios y mensajes, muchos llegados desde varios países de América Latina, particularmente México donde las organizaciones provida se solidarizaron con las argentinas, se advirtió lo que será la inminente presentación judicial para que se declare la ley inconstitucional.
Ocurre que pese a lo expresado en la ley con referencias, al negar a la persona humana desde el momento de la concepción se contradice la Constitución Nacional y, entre otros puntos, las condiciones de vigencia con las que el país adhirió a la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.
El Congreso había fallado en su momento para adherir a esa convención:
“Se entiende que niño es todo ser humano desde la concepción y hasta alcanzar los 18 años. Esta declaración se hace necesaria ante la falta de precisión del texto de la Convención con respecto a la protección de las personas por nacer”.
Salud integral
Aunque la ley explicita que el aborto es libre hasta la semana 14, aclara que las mujeres embarazadas podrían acudir a él si el embarazo fue producto de una violación y si estuviera en peligro la vida o la salud integral de la persona gestante.
A pedido de legisladores, el Poder Ejecutivo “observó” la palabra integral; ya que, sugerían, podría llegar a entenderse a la salud desde una perspectiva muy amplia, en la cual la ausencia de bienestar de cualquier tipo facilitase el aborto sin plazos.
No obstante, en la observación del Poder Ejecutivo no se específica que se entiende por salud, y se referencia a documentos como la Constitución de la Organización Mundial de la Salud donde la noción es igualmente amplia como la cuestionada por los legisladores.
Por delante, hay frentes constitucionales y también quizá judiciales, algo esperable en un contexto en el que un delito pasó a ser considerado por el Congreso como un Derecho. Y sobre todo culturales. Porque previo a la ley ya había vericuetos para el aborto libre con el protocolo de aborto no punible, y, por ejemplo, al menos 5000 mujeres habían abortado en la provincia de Buenos Aires. Era un desafío antes y lo es más aún ahora: que la vida sea querida y cuidada desde el momento inicial hasta el último.
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