La Congregación para la Doctrina de la Fe responde a las polémicas y en una nota argumenta cuándo es moralmente ético el uso de las vacunas en esta pandemia
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La Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) del Vaticano enfrentó el dilema ético de los fieles que deben vacunarse próximamente contra el covid-19. En una nota publicada este lunes, el Vaticano argumenta cuando es moralmente ético el uso de algunas vacunas que usan células de fetos abortados.
“Cuando no estén disponibles vacunas Covid-19 éticamente irreprochables es moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción“.
Es aceptable “por ejemplo, en países en los que no se ponen a disposición de médicos y pacientes vacunas sin problemas éticos”. Igualmente, la posición del Vaticano considera la “distribución” que es “más difícil debido a las condiciones especiales de almacenamiento y transporte”.
Además, se acepta “debido a que en estos países hay varios tipos de vacunas, pero, por parte de las autoridades sanitarias, no se permite a los ciudadanos elegir la vacuna que se va a inocular”.
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Aclaración necesaria
Así, se responde desde la Santa Sede a las peticiones de los fieles sobre el uso de ciertas vacunas contra el virus covid-19. Algunas desarrolladas recurriendo, en el proceso de investigación y producción, a líneas celulares que provienen de tejidos obtenidos de dos abortos ocurridos en el siglo pasado.
En este contexto, el Papa Francisco examinó y autorizó el documento en fecha 17 diciembre 2020. El texto ha sido publicado por la CDF y firmado por el cardenal Luis Ladaria, S.J, y monseñor Giacomo Morandi, Arzobispo de Cerveteri.
La aclaración es necesaria por las “diversas declaraciones en los medios de comunicación por parte de Obispos, Asociaciones Católicas y Expertos, diferentes entre sí y a veces contradictorias, que también han planteado dudas sobre la moralidad del uso de estas vacunas”.
No es una declaración sobre su eficacia
La CDF recuerda que sobre esta cuestión ya hay un pronunciamiento de la Pontificia Academia para la Vida, titulado “Reflexiones morales acerca de las vacunas preparadas a partir de células procedentes de fetos humanos abortados” (5 junio 2005).
Además, indicó, esta Congregación se expresó al respecto con la Instrucción Dignitas Personae (8 de septiembre de 2008) (cf. nn. 34 y 35). En 2017, también lo hizo.
El texto ha sido firmado por cardenal Luis Ladaria, prefecto de la CDF. “No se pretende juzgar la seguridad y eficacia de estas vacunas, aun siendo éticamente relevante y necesario”.
Esto “porque su evaluación es competencia de los investigadores biomédicos y las agencias para los medicamentos, sino únicamente reflexionar sobre el aspecto moral del uso de aquellas vacunas contra la Covid-19″ que se han desarrollado con líneas celulares procedentes de tejidos obtenidos de dos fetos abortados no espontáneamente”.
No es una cooperación formal con el aborto
La razón fundamental – argumenta la CDF – para considerar moralmente lícito el uso de estas vacunas, es que el tipo de cooperación al mal (cooperación material pasiva) del aborto provocado del que proceden estas mismas líneas celulares, por parte quienes utilizan las vacunas resultantes, es remota.
El deber moral de evitar esa cooperación material pasiva no es vinculante si existe un peligro grave, como la propagación, incontenible, de un agente patógeno grave: En este caso, la propagación pandémica del virus SARS-CoV-2 que causa la Covid-19.
Por consiguiente, debe considerarse que, en este caso, pueden utilizarse todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces; con conciencia cierta que el recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas.
Sin embargo, se debe subrayar que el uso moralmente lícito de este tipo de vacunas, debido a las condiciones especiales que lo posibilitan, no puede constituir en sí mismo una legitimación, ni siquiera indirecta, de la práctica del aborto, y presupone la oposición a esta práctica por parte de quienes recurren a estas vacunas.
Vacunación voluntaria
No se trata de una aprobación por parte de la Iglesia. “De hecho, el uso lícito de esas vacunas no implica ni debe implicar en modo alguno la aprobación moral del uso de líneas celulares procedentes de fetos abortados”.
Por lo tanto, afirma el cardenal Ladaria, “se pide tanto a las empresas farmacéuticas como a los organismos sanitarios gubernamentales, que produzcan, aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen problemas de conciencia, ni al personal sanitario ni a los propios vacunados”.
Entretanto, la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, la vacunación debe ser voluntaria. “En cualquier caso, desde un punto de vista ético, la moralidad de la vacunación depende no sólo del deber de proteger la propia salud, sino también del deber de perseguir el bien común”.
Imperativo moral, vacunas para los pobres
Por último, el Vaticano insiste en un imperativo moral para la industria farmacéutica, los gobiernos y las organizaciones internacionales, garantizar que las vacunas, eficaces y seguras desde el punto de vista sanitario, y éticamente aceptables, sean también accesibles a los países más pobres y sin un coste excesivo para ellos.
“La falta de acceso a las vacunas se convertiría, de algún modo, en otra forma de discriminación e injusticia que condenaría a los países pobres a seguir viviendo en la indigencia sanitaria, económica y social”.
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