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¿Llevas una vida influida por la superstición?

SUPERSTITION
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Dolors Massot - publicado el 05/12/20
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Cinco comportamientos con los que verás si las supersticiones te condicionan y te hacen perder libertad en la toma de decisiones

Las formas de la superstición han calado hondo en nuestra cultura y en nuestro estilo de vida contemporáneo. Sin darnos cuenta, es fácil ver que muchas personas recurren a la adivinación o viven pegadas a una superstición. ¿Es tu caso?

¿Cedes a la curiosidad malsana?

La Iglesia Católica pone en guardia a los creyentes: "Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto." (2115)

Es un asunto importante

Si nos preguntan si somos supersticiosos, la respuesta seguramente es no, pero a continuación citaremos algunas supersticiones que tal vez formen parte de nuestro estilo de vida y no les estemos dando importancia:

El horóscopo.

En muchos medios de comunicación, el horóscopo se facilita y se entiende como un "servicio a los lectores", como si fuera la programación de televisión, las farmacias de guardia de la ciudad o la previsión meteorológica.

Son muchos los que quizá tienen estudios universitarios pero "echan un ojo al horóscopo" para saber cómo les irá la semana en cuanto a salud, amor, trabajo... El peligro de ceder a la curiosidad malsana está ahí.

Un gran negocio

El horóscopo es un gran negocio (las líneas telefónicas de pago, por ejemplo).

Creer en el horóscopo es creer que mi vida está determinada por los astros. En realidad, mi vida depende de la voluntad de Dios y de mi libertad en el actuar.

La Iglesia Católica dice en el Catecismo: "La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a 'mediums' encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios."

Ya sabes, si alguien quiere hacer un regalo familiar o de grupo y sugiere que sea una carta astral, es mejor que propongas una alternativa y es buen momento para explicarle que los astros no nos condicionan.

OUIJA
Shutterstock-Couperfield
La ouija no es un juego inocente.

El vaso o la ouija.

¿Te han invitado en una fiesta nocturna a "jugar al vaso" o, lo que es lo mismo, la ouija? En torno a una mesa, se invoca a espíritus para que podamos preguntarles acerca del más allá o de nuestro futuro. Un vaso se mueve y apunta a letras (formando palabras) o a asistentes.

¿"Solo" un juego o hay algo más?

Alguien puede decir que es "solo un juego" o que es pura diversión. El caso es que no es así, y la historia nos lo confirma: muchos personajes han dejado testimonio del peligro que supone adentrarse en la ouija.

La Iglesia alerta: "Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación a los muertos y otras prácticas que equivocadamente se supone 'desvelan' el porvenir." (2116)

Y continúa: "El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él." (2117)

AMULET
Cait-(CC BY 2.0)
La mano de Fátima es un amuleto, un talismán al que se le otorga el poder de dar suerte.

Los amuletos de la suerte.

Hay quien lleva una mano de Fátima, un árbol de la vida o una determinada piedra y cree que le da suerte: le ayudará a ganar un concurso o a aprobar un examen si la lleva en el bolsillo.

La Iglesia dice explícitamente: "Llevar amuletos es también reprehensible". (2117)

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Lo pasmoso es que en esta superstición caen incluso personas que se las dan de "científicas", que solo aceptan lo que se puede probar empíricamente.

Los amuletos pueden llegar a nuestras vidas de las formas más absurdas: desde un puesto de "souvenirs" en la playa hasta el regalo del amigo invisible. Vale la pena revisar el joyero de vez en cuando y soltar lastre; fuera cuerno de la abundancia, fuera ojo turco para evitar el mal de ojo. Y lo mismo con los objetos de decoración: fuera el maneki-neko (gatito de la suerte oriental), las herraduras y las patas de conejo, (La lista es interminable, esto es solo un apunte).

Velas, medallas y oraciones mal empleadas.

Por supuesto que la oración es el camino que nos lleva a Dios y es una fuente por la que Él nos da su gracia. Pero el problema está en atribuir ese poder a la mismísima vela que le ponemos a un santo, a la escultura del santo, a la oración que rezamos o a la medalla en sí misma. Si creemos así, es que hemos perdido el sentido de estos objetos y de estas costumbres.

Hace años, la señora que vendía las velas a la entrada de la catedral de Barcelona me explicó que había detectado que algunos querían comprarle velas de determinado color con las que hacían sesiones de adivinación y de atracción de la buena suerte en sus casas. Se negó a vendérselas.

Poner una vela a la Virgen es una muestra externa de fe y de devoción, pero el poder de lograr lo que se pide no está en la vela en sí misma sino en Dios.

Las velas o las oraciones no hacen que Dios funcione como una máquina automática de bebidas, a la que echo unas monedas y me sale la lata.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición." (2111)

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Por Vera Petruk/Shutterstock
Es peligroso caer en las redes de los sanadores que realizan rituales.

Sanadores y curanderos.

Es natural que busquemos y deseemos la salud, pero no nos pongamos en manos de "sanadores" que se basan en la palabrería para convencernos de que nos curarán. La mayoría son charlatanes que buscan nuestro dinero.

Muchos curanderos se aprovechan de la buena fe y de la credulidad de las personas más ingenuas.

Una parte de verdad

Siempre en la mentira hay una parte de verdad y los falsos médicos se encargan de adornar sus engaños: por ejemplo, usan plantas medicinales (que tienen beneficios reales).

Lo mismo ocurre con chamanes, maestros de reiki, brujos... A eso se añade que basan su poder de curación en su "energía", en su habilidad para controlar las "energías" o "chacras" del paciente (que no están demostradas científicamente) o la conexión con ciertas fuerzas basadas en cultos ancestrales.

La Iglesia advierte: "El recurso de las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo." (2117)

Y también señala en el Catecismo: "Todas las prácticas de magia o hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de la voluntad de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonio." (2117)

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