“Estas mujeres vivieron su fe con gran generosidad. Son un ejemplo para todos para convertirse en fieles discípulos misioneros”
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El 2 de diciembre de 1980, tres monjas y una misionera laica en El Salvador fueron secuestradas, violadas y asesinadas por un grupo de paramilitares. El papa Francisco recordó hoy el 40º aniversario del asesinato de cuatro misioneras en El Salvador. Las monjas norteamericanas, de Maryknoll Ita Ford y Maura Clarke, la monja ursulina Dorothy Kazel y la voluntaria Jean Donovan.
Ellas “prestaban su servicio a El Salvador en el contexto de la guerra civil. Con empeño evangélico y corriendo grandes riesgos llevaban comida y medicinas a los desplazados y ayudaban a las familias más pobres. Estas mujeres vivieron su fe con gran generosidad. Son un ejemplo para todos para convertirse en fieles discípulos misioneros”, afirmó Francisco.
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La hermana Ira Catherine Ford nació en Brooklyn, Nueva York, trabajó durante 7 años en las ediciones Saddlers, fue misionera en Chile y luego en El Salvador. Desde allí escribió a sus amigos:
“No sé si a pesar de la confusión, de la crueldad y de la maldad actual haya falta de ley, pero sé que tengo que quedarme aquí… Sé que la misericordia de Dios vendrá a El Salvador: tenemos que avanzar con fe, día a día, en este camino lleno de obstáculos, lleno de errores y de casos crueles”.
Maura Clarke, M.M., hermana Maryknoll, sirvió como misionera en Nicaragua y El Salvador. Trabajó con los pobres y refugiados en América Central desde 1959 hasta su asesinato.
Monja ursulina, Dorothy Kazel, nació el 30 de junio de 1939 en Cleveland, Ohio. Después de concluir una maestría en consejería en 1974, se unió al equipo de la misión de la diócesis de Cleveland que trabajaba en El Salvador. Ella se dedicaba al suministro de alimentos para los refugiados.
Jean Marie Donovan, misionera laica estadounidense, nació el 10 de abril de 1953 en Westport, Connecticut. La misionera viajó a El Salvador en 1977, luego se unió al Proyecto de la Misión Diocesana en El Salvador, resultando ser una fiel seguidora del arzobispo Óscar Romero, al cual escuchaba predicar en la Catedral Metropolitana de San Salvador.
