Una joya de la arquitectura renacentista: el Hospital de los Incurables de Nápoles
El Hospital de los Incurables es uno de los muchos tesoros escondidos en Nápoles. Una joya artística antigua, que fue construida para dar alivio y esperanza a los enfermos con casos extremos y difíciles.
Se encuentra en el punto más alto de la ciudad antigua, donde los antiguos griegos construyeron las murallas defensivas de Neapolis y donde cuenta la leyenda que descansan los restos de la sirena Parténope.
Es en este mismo lugar donde nace este complejo médico que durante unos quinientos años ha representado un punto de referencia indiscutible para la medicina en todo el sur de Italia e incluso en Europa.
Fue fundado por la noble catalana Maria Lorenza Longo, que se dedicó por tantos años a las obras de caridad, especialmente con los enfermos incurables y las prostitutas arrepentidas. Esta mujer es hoy beata, hoy gracias a milagros reconocidos por su intercesión.
El complejo de estilo renacentista incluye: la iglesia de Santa Maria del Pueblo, el oratorio de la Compagnia dei Bianchi della Giustizia (de cuya labor dan testimonio los restos de doce “sacerdotes del buen morir”, que acompañaban espiritualmente a los moribundos en los últimos momentos de la vida), el histórico hospital de Santa Maria del Pueblo de los incurables, el convento de Santa Maria de la Consolación, la iglesia de Santa Maria de Jerusalén y el claustro de las “Treinta tres”.
Una gran escalera en la parte sur del patio del hospital, conduce a un edificio que forma parte del cuerpo arquitectónico original del siglo XVI, sede del monasterio de las “Convertidas” o “Arrepentidas”, prostitutas liberadas por María Lorenza Longo.
Con motivo del aniversario de la fundación del hospital, el 23 de marzo de 2010 se decidió construir el primer museo dentro del complejo arquitectónico.
Instrumentos quirúrgicos antiguos e instrumentos médicos, impresiones y libros reunidos en un lugar particular para salvar la memoria de la escuela de medicina napolitana y la historia de la salud en el sur italiano.
Sin duda, la joya artística insuperable del complejo, obra maestra del barroco del siglo XVIII, es su famosa farmacia. Domenico Antonio Vaccaro diseñó la elegante escalera doble que conduce desde el patio a los portales de mármol. Estos están coronados por máscaras diabólicas que simbolizan la naturaleza dual de la droga: por un lado cura, por otro, puede convertirse en veneno.
El interior fue proyectado por Bartolomeo Vecchione, quien utilizó los mejores artesanos napolitanos de la carpintería, el mármol y la mayólica. Espléndidas puertas corredizas junto con el suelo de mayólica adornan el lugar junto a 400 maravillosos vasos que aún conservan los residuos de productos farmacéuticos de finales del siglo XVIII.
Sin embargo, lo que domina la cámara es la representación del útero virginal, una alegoría que simboliza el milagro del nacimiento, recordando una ley del reino borbónico que reconocía la vida del feto ya dentro del vientre de la madre.
El complejo hospitalario es el único en el mundo que sigue en funcionamiento después de 500 años y también es el único hospital donde han trabajado 33 médicos que luego fueron canonizados. Por eso es también conocido como el Hospital de los Santos.
En sus salas han trabajado incansablemente ayudando al alivio tanto físico como espiritual de tantos enfermos: San Luis Gonzaga, San Cayetano de Thiene, San Alfonso de Ligorio , San Andrea Avellino, Santa Juana Antida Thouret, San Camilo de Lellis, San Francisco Caracciolo, el beato Bartolo Longo y, más recientemente, San José Moscati.
Allí Moscati tuvo grandes encargos de responsabilidad: atención de enfermos, dirección de las investigaciones, docencia.
Y a sus jóvenes médicos enseñaba: «No dejarás de cultivar y revisar tus conocimientos todos los días. El progreso reside en una crítica continua de lo que aprendemos».
Fuente: museoartisanitarie.it, cappuccine33.it