¿Puede un presidente o rey ser santo… y ayudar ahora a los políticos y gobernantes a hacer un buen servicio?
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Decía el cardenal Jorge Bergoglio en la misa por el fallecimiento del ex presidente argentino Néstor Kirchner, alguien que públicamente había al menos cuestionado al entonces arzobispo de Buenos Aires, que los mandatarios son “ungidos por el pueblo” para que los conduzcan.
Estas personas que asumen semejantes responsabilidades políticas, en las que se depositan tantas expectativas, ¿pueden ser santos?
¿Un presidente santo es un buen presidente?
Aunque su santidad dependerá de ellos a lo largo de toda su vida y no de lo que hagan o dejen de hacer como presidentes, repasamos aquí algunos nombres de líderes mundiales que lograron asumir grandes responsabilidades, y la Iglesia, tras su fallecimiento, ha reconocido o está en vías de reconocer su santidad.
Cinco ejemplos:
1. Los Reyes Santos de Hungría
San Esteban fue el primer monarca canonizado sin haber fallecido en el martirio. Le tocó consolidar no sólo la estructura del Estado húngaro, de cuyo reino fue primer rey, sino también sentar las bases para la cristianización del pueblo. Fue padre de San Emerico, un joven príncipe que cultivó una profunda vida de oración y falleció a los 24 años, dejando a su padre sin heredero al trono. Tiempo después de la muerte de Esteban, tras una crisis política, asumió el reino san Ladislao. Al principio Ladislao se oponía al trono, no lo quería para él, ya que prefería “la corona del cielo”. Cuenta la historia que como monarca se ocupaba tanto del bien material como espiritual de sus súbditos.
2. San Luis de Francia
Aunque hay registro de numerosos monarcas católicos, uno muy recordado es san Luis de Francia, considerado el rey justo, quien escribió a su hijo en el testamento: “Para con tus súbditos, obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón. Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas”.
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3.Beato Carlos de Habsburgo
Beatificado en 2004 por Juan Pablo II, último emperador del Imperio Austro-húngaro. Apoyó los esfuerzos por la paz del papa Benedicto XV para acabar con la I Guerra Mundial. Tras el fin del Imperio, y de la Guerra, fue desterrado y murió pobre en Madeira, con la mirada puesta en el Santísimo Sacramento.
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4.Robert Schuman
Considerado uno de los padres de la Unión Europea, se encuentra en vías de beatificación. Perseguido por la Gestapo, fue designado tras la Guerra en el gobierno francés, y fue su ministro de Asuntos Exteriores durante 4 años, y luego, el primer presidente del Parlamento Europeo. “En nuestra sociedad, el apostolado laico es de una necesidad urgente”, escribía, y soñaba con retirarse a la oración en un monasterio, aunque el Santo Padre le pedía que continuase con su labor cívica. Lideró la transformación europea junto con otros dos católicos, Konrad Adenauer y Alcide de Gasperi.
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5. Santo Tomás Moro
No podía faltar el que, con razón, está considerado como el mártir de la conciencia. Santo Tomás Moro, siendo canciller del reino de Inglaterra, murió como mártir en el año 1535, por orden del rey Enrique VIII, porque por fidelidad a su fe y a su conciencia se negó a reconocer la disolución del matrimonio real. Las exigencias de su conciencia pasaron por encima de los deseos de su monarca.
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Estos son sólo cinco ejemplos de que la santidad también se puede encontrar con el camino del servicio público. Tomar decisiones, liderar al pueblo, llevar a cabo responsabilidades políticas no debe estar reñido con el camino de los altares. Seguro que tú conoces algunos ejemplos más…