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Misionero en Japón: “Para la cultura en la que estoy, Jesús lo aporta todo”

JAPAN
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Dolors Massot - publicado el 19/10/20
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Pablo Seco es sacerdote. En Japón no hay pobreza material, pero se necesita algo más importante que el dineroJapón está cada año entre los 5 países más ricos del mundo, según las cifras oficiales. La renta per cápita es altísima, sin embargo sus habitantes carecen de alimento espiritual: la fe que Dios quiere hacerles llegar a través de la Iglesia Católica.

Conversiones en cuentagotas

En los últimos años, las Obras Misionales Pontificias han subrayado la necesidad de rezar por esta tierra que comenzó a ser evangelizada en el siglo XVI. En los últimos 16 años, ha habido 528 bautizos en un país de 126 millones de habitantes.

Una parroquia para 400.000 personas

Pablo Seco es un sacerdote español misionero en Japón desde hace unos años. Su labor se centra en la diócesis de Osaka, concretamente en la ciudad de Wakayama, que tiene unos 400.000 habitantes. Su parroquia es la única que hay en toda la ciudad. 

“El Evangelio, que es Jesús, lo aporta todo. Jesús es el gran aporte que ha hecho Dios a la Humanidad“, afirma. Él mismo lo explica en este vídeo:

En su caso, al encontrarse en un país asiático donde la fe católica corresponde solo a una minoría, “no se trata de competir ni de rivalizar ni con religiones ni con culturas. Se trata simplemente se presentar a una persona, y las personas siempre aportan riqueza vayan donde vayan. Las personas siempre aportan, ni compiten ni sobran ni están de más ni están de menos. Toda persona siempre aporta. Y Jesús tiene un aporte especial que hacer a toda cultura, a toda religión y a todo ser humano“.

“Se necesitan manos”

¿Qué pediría a una persona que desee ayudar desde otro continente? “Para Asia, y en concreto para Japón, yo le pediría manos, obreros para la mies. Necesitamos personas amigas de Jesús, que amen a Jesús, que le quieran presentar. Personas que quieran trabajar por Jesús y con Jesús.”

A través de las Obras Misionales Pontificias, la Iglesia vela por la difusión del Evangelio en esta parte del Lejano Oriente, adonde ya san Francisco Javier envió a un grupo de jesuitas. Ahora es la Congregación para la Evangelización de los Pueblos la que impulsa esta misión, junto con otros 1.114 territorio de todos el mundo.

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