Un estudio sociológico muestra el apoyo que ofrece la Palabra de Dios ante la muerte de un ser querido, la traición, o el flagelo de la pandemia…
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La muerte de un ser querido es la situación traumática más común entre los estadounidenses, seguida de la traición infligida por una persona de confianza, el maltrato doméstico y el abuso sexual, según reveló un nuevo estudio patrocinado por la American Bible Society (ABS). A estas situaciones traumáticas deben ahora añadirse la pandemia del coronavirus y la actual crisis económica acentuada por la inequidad racial; y, tampoco deben olvidarse, el desempleo y la pobreza, todo ello en medio de una contienda electoral especialmente reñida y agresiva. El país entero está traumatizado, al igual que el resto del mundo.
El estudio de la ABS —“Situaciones traumáticas en Estados Unidos: cómo la gente enfrenta las dificultades y cómo la Iglesia ofrece esperanza”— estuvo a cargo del Grupo Barna. Constituye una estupenda investigación integral sobre el papel, real y potencial, de las iglesias y sobre el poder de las Sagradas Escrituras en el objetivo de proporcionar consuelo a las personas traumatizadas.
Al distinguir las experiencias de los cristianos practicantes y no practicantes, así como las de los no cristianos, el estudio se revela como un eficaz manual para los líderes eclesiásticos sobre la manera en que debe comprenderse la naturaleza de ciertos traumas y sobre cómo responder mejor al dolor. Por ejemplo, se incluyen sugerencias sobre cómo introducir con sensibilidad el papel del perdón. Con suma atención, la investigación rastrea el impacto del trauma en la fe de la gente y en su confianza en Dios.
Apoyo en situaciones traumáticas
De esta manera, los pastores, sacerdotes, consejeros y personal médico, pueden realizar mejor su trabajo al hacerles saber a los feligreses que en la parroquia o en la diócesis están a su disposición materiales de apoyo en situaciones traumáticas. Solo el 26 por ciento de los pastores protestantes, entre quienes se ha realizado el estudio, han mencionado esto.
También está el caso de que el 75 por ciento de los cristianos practicantes que han sufrido algún tipo de trauma no han acudido a su iglesia local en busca de apoyo, pero la mayoría está dispuesta a hacerlo en el futuro. Y entre quienes sí han acudido al amparo de sus líderes eclesiásticos, 79 por ciento lo ha hecho en busca de consuelo, mientras que el 78 por ciento lo ha hecho en la esperanza de sanar las heridas del corazón.
El estudio se refiere al “carácter universal de los traumas: que la condición humana implica soportar y, por la gracia de Dios, florecer mediante los traumas mayores y menores que componen lo que llamamos vida”. En última instancia, el sufrimiento puede acercarnos más a Dios si aceptamos nuestras circunstancias.
El consuelo en la Biblia
En su prólogo al informe de esta investigación, David Kinnaman, presidente del Grupo Barna, hace un recuento del trauma que le causó el tumor cerebral de su esposa y de cómo buscó en Google “sufrimiento en la Biblia”.
Ese recorrido por las Sagradas Escrituras lo llevó a concluir que nos es posible declarar: “Estábamos aplastados y abrumados más allá de nuestra capacidad de aguante, al grado de que llegamos a pensar que nunca lograríamos sobrevivir a esto… pero como resultado, dejamos de depender de nosotros mismos y aprendimos a confiar solamente en Dios, quien resucita a los muertos.”
“Nuestro sufrimiento no se desperdicia ante Dios. Él camina con nosotros en medio de las experiencias traumáticas y en temporadas repletas de traumas; y aunque desde entonces he experimentado su presencia y he trabajado sistemáticamente en mí mismo, haber hecho ese descubrimiento primero en la Biblia fue el verdadero consuelo en esos días dolorosos”.
Alivio en la Palabra de Dios
El estudio es contundente en el sentido de que quienes consultan las Sagradas Escrituras logran salir mejor librados que quienes no lo hacen. El informe indica: “Las personas traumatizadas que se apegan a un patrón de consulta frecuente de la Biblia son, además, más felices consigo mismas durante el proceso de sanación”, y “las personas que empiezan a leer la Biblia tienen mayores probabilidades de experimentar alivio que quienes dejan de leerla”.
En la Biblia, la gente encuentra el rostro de Dios en la persona de Jesucristo, el máximo sanador y abogado de la justicia. Él nos invita a vivir la vida en todo su esplendor. Todos estamos llamados a dejarnos tocar por Él en lo más profundo de nuestro ser, allí donde yace nuestro mayor dolor. Jesús nos brinda esperanza, el factor fundamental en el proceso de sanación.
Las Sagradas Escrituras son una fuente de sabiduría que nos enseñan a vivir una vida feliz, aun en medio del sufrimiento. Una fe profunda, nutrida en las Sagradas Escrituras, nos proporciona recursos internos y externos que brindan esperanza y logran curarnos. Las Escrituras le hablan en primer lugar y principalmente al corazón humano con mensajes de Dios: mensajes con el poder de sanar los corazones heridos. ¡Aceptemos las palabras de Dios!
La pandemia no sólo requiere medicamentos
En cuanto al panorama general, la pandemia no solo requiere medicamentos, sino también el consuelo emocional y espiritual de las víctimas y de quienes han perdido a sus seres queridos, lo cual constituye una necesidad profundamente humana, tal como argumenta muy bien el estudio de la ABS.
Esperemos que las Sagradas Escrituras —con su visión cósmica y atemporal de la realidad y sus lecciones para cuidar bien la creación— salgan de los confines de la iglesia para hablarle y convertirse en el bálsamo de un país herido de múltiples formas.