En la audiencia general, el Papa sostuvo: "Necesitamos cristianos celosos que tengan la valentía de decir: 'esto es un asesinato".
El papa Francisco afirmó que hoy se necesitan “cristianos, celosos, que actúen con valentía» ante personas que tienen responsabilidades de liderazgo o de poder para decirles: ‘Esto no se debe hacer. Esto es un asesinato’.
Creyentes que tengan el espíritu de Elías”, que sean hombres y mujeres, «de vida contemplativa» y, al mismo tiempo, de vida activa, preocupados «por los acontecimientos de su época».

El profeta hebreo -recordó el Papa- fue «capaz de arremeter contra el rey y la reina, después de que habían hecho asesinar a Nabot para apoderarse de su viña (cfr 1 Re 21, 1-24)».
En la primera audiencia general en la Sala Pablo VI del Vaticano después del confinamiento por la pandemia en Roma, este miércoles 7 de octubre de 2020, el Papa centró hoy su meditación en «la oración de Elías» (Lectura 1 Rey 19, 11-13).

Así, Francisco puso como ejemplo cristiano a Elías: «hombre recto, incapaz de acuerdos mezquinos. Su símbolo es el fuego, imagen del poder purificador de Dios».
Elías «es el ejemplo de todas las personas de fe que conocen tentaciones y sufrimientos, pero no fallan al ideal por el que nacieron».
“Así nos muestra que no debe existir dicotomía en la vida de quien reza: se está delante del Señor y se va al encuentro de los hermanos a los que Él envía”.
“La oración no es encerrarse para maquillarse el alma con el Señor”, aseguró el Papa, mirando de frente a los fieles. “Esto no es oración, no, es una oración falsa. La oración es un confrontarse con Dios y dejarse enviar para servir a los hermanos y las hermanas”.
Francisco explicó también que los creyentes sin la oración y el silencio comenten tantas “injusticias” porque “no fueron antes delante del Señor a rezar para discernir lo que debían hacer”.

“La prueba de la oración es el amor concreto por el prójimo. Y viceversa: los creyentes actúan en el mundo después de estar primero en silencio y haber rezado; de lo contrario su acción es impulsiva, carece de discernimiento, es una carrera frenética sin meta”.
La audiencia general concluyó con el rezo del Padre Nuestro y la bendición apostólica.
