La capilla es un jardín vertical totalmente cubierta de plantas y de 3000 árboles jóvenes procedente de los bosques de Europa central
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En el Jardín Botánico de Roma, desde el 5 de junio del 2020 se puede admirar “The living Chapel”. La capilla viviente fue realizada por un equipo internacional de arquitectos, músicos y artistas, usando material reciclado. La capilla es un jardín vertical totalmente cubierta de plantas y de 3000 árboles jóvenes procedente de los bosques de Europa central y de una colección de frutos milenarios originarios de Umbría. Los árboles luego serán donados para la recuperación de áreas verdes y para la creación de nuevos jardines.
No sólo es un deleite visual con la armonía de sus verdes, también es armonía sonora ya que está equipada con un extraordinario sistema de música animados por un flujo de gotas de agua, que crean una sinfonía musical continua.
El equipo a cargo del compositor australiano-canadiense Julian Darius Reviel se inspiró en el programa de las Naciones Unidas, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la Encíclica “Laudato Si”, y no dudaron en dedicarla al “pobrecito de Asís”, santo que estaba en contacto profundo con la naturaleza.
La instalación artística que une arquitectura, música y naturaleza, se encuentra en el Jardín Botánico de Roma en la zona del Janículo. Construido en la que fue la residencia de Cristina de Suecia, la reina protestante que luego se convirtió al catolicismo. Luego de ser morada de la reina pasó a ser la “Simpliciarius Pontificius Vaticanus”, el jardín simple del Vaticano donde se cultivaban plantas medicinales muy necesarias para la realización de medicinales en los monasterios.
El jardín botánico creció y se enriqueció gracias a los cuidados de los papas a través del tiempo, hasta el 1883, con la unificación de Italia que pasó a ser del estado.
En el jardín se pueden admirar más de 3000 especies vegetales: palmeras, bambúes, rosaledas, coníferas, plantas acuáticas, medicinales, y posee un interesante invernadero y un jardín japonés que reina en su esplendor en la época del Hanami, y sus cerezos en flor.
Cómo no “Alabar a Señor”, cantando a la manera de san Francisco, con todo el gran don de la naturaleza.