Un despiste de su contrincante le hubiera bastado para llegar primero a la meta pero su deportividad supera su ambición por el podio
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En el mundo del deporte español se habla de Diego Méntrida, para muchos de nosotros desconocido. No es un jugador de fútbol, ni un tenista. Es triatleta. Diego no es noticia por haber ganado el Triatlón de Santander, una competición que interesa a los realmente aficionados a este deporte. Pero de Diego se habla hoy en Twitter, en Instagram, en WhatsApp y en Facebook. Las grandes cabeceras, las radios generalistas y la televisión han compartido su historia.
No es una historia de superación, ni de victoria. Es un ejemplo de grandes valores.
Muchos comentan que es un ejemplo de deportividad pero creo que va más allá de “la actitud de quien acepta de buen grado una situación adversa”, tal y como la define el diccionario de la Real Academia Española (RAE).
Diego se ha distinguido hoy por su nobleza y generosidad, actitudes -continúo con la RAE- propias de una persona caballerosa.
¿Quieres saber qué hizo Diego como para que hablemos tanto de él, como para que lo pongamos como ejemplo, como persona inspiradora?
Tan solo tienes que ver este vídeo:
🙌🏻 Chapeau Diego Méntrida 🙌🏻
👏🏻 A pocos metros de la meta iba tercero y dejó pasar a su rival, Teagle, que se había confundido de dirección, para que consiguiera su plaza en el podio
🤝 ¡Viva el deporte!pic.twitter.com/eijj2PcI3c
— El Partidazo de COPE (@partidazocope) September 18, 2020
Diego podría haber subido al podio, pero no todo es competitividad en el deporte. Tampoco en la vida. Diego vio cómo su rival se despistó y tomó otro camino antes de llegar a la meta, y él decidió pararse y dejarle pasar de nuevo. ¿Por qué? Porque “se lo merecía”, comentó, y porque él es una gran persona.