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Papa Francisco: Quien vive para explotar la naturaleza, también explota a la gente

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 16/09/20
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El pontífice sigue dando claves sobre su encíclica ‘Hermanos todos’ en las audiencias generales El papa Francisco afirmó hoy que quien explota el planeta y sus recursos por motivos egoístas y económicos, es también un ‘esclavista’ de las personas. Lo dijo durante la audiencia general del miércoles, 16 de septiembre de 2020, en el Patio de San Dámaso del Palacio Apostólico Vaticano.

En su catequesis sostuvo que “quien no sabe contemplar la naturaleza, la creación, no sabe contemplar las personas en sus propias riquezas.

Y quien vive para explotar la naturaleza termina por explotar la gente, tratándola como esclavos. Esta es una ley universal: Sí tú no sabes contemplar la naturaleza será muy difícil que sepas contemplar la belleza de la gente, la belleza de las personas; el hermano, la hermana, la belleza de las personas, todos nosotros”.

El que sabe contemplar, se pondrá más fácilmente manos a la obra para cambiar lo que produce degradación y daño a la salud. Se comprometerá a educar y a promover nuevos hábitos de producción y consumo, a contribuir a un nuevo modelo de crecimiento económico que garantice el respeto de la casa común”.

El contemplativo – según el Papa – en acción tiende a convertirse en custodio del medio ambiente, tratando de conjugar los conocimientos ancestrales de las culturas milenarias con los nuevos conocimientos técnicos, para que nuestro estilo de vida sea sostenible.

Contemplar y cuidar son la dos actitudes destacadas por el Papa y que muestran el camino para corregir y reequilibrar nuestra relación como seres humanos con la creación.

Francisco en su próxima encíclica “Hermanos todos’ que será publicada el 4 de octubre próximo unirá dos elementos claves que anticipó, de alguna manea, en la audiencia general del miércoles 16 de septiembre de 2020:  El cuidado y la contemplación de la casa común, así como de las personas, todas, y sin excepción, en un llamado a la fraternidad cristiana que hizo famoso a san Francisco, fuera de alguna lógica económica o egoísta.

De hecho, no es un caso, que la encíclica del Papa se firmará en la ciudad italiana de Asís, el día anterior a su publicación, y ante la tumba del santo ‘pobrecito’, fundador de los franciscanos, quien fue un contemplativo de las criaturas de Dios y, proclamó la hermandad sin fronteras, gratuita y por la paz universal.

Precisamente, al inicio de la audiencia general, indicó que “para salir de la pandemia es necesario que sigamos la regla de oro de nuestro ser “hombres y mujeres”, que es “cuidar” y cuidarnos mutuamente entre nosotros, apoyar a los “cuidadores” de los más débiles, de los enfermos y de los ancianos, y cuidar asimismo nuestra casa común, recordando que la tierra y todas las creaturas pertenecen al Señor que las creó y que nos las encomendó para que las conservemos y las protejamos”.

En el ciclo de catequesis dedicadas al tema:“Curar el mundo”, el Papa se centró en la importancia del cuidado de la casa común y la actitud contemplativa.

Cuando contemplamos, descubrimos en los demás y en la naturaleza algo mucho más grande que su utilidad. Aquí está el meollo del problema: Contemplar es ir más allá de la utilidad de la cosa. Contemplar la belleza, no significa explotarla, es gratuita”, sostuvo.

Descubrimos el valor intrínseco de las cosas que les ha dado Dios. Como muchos maestros espirituales han enseñado, el cielo, la tierra, el mar, cada criatura posee esta capacidad icónica o mística para llevarnos de vuelta al Creador y a la comunión con la creación”.

El Papa citó a “San Ignacio de Loyola, que al final de sus Ejercicios Espirituales, invita a la “Contemplación para alcanzar amor“, es decir, “a considerar cómo Dios mira a sus criaturas y a regocijarse con ellas; a descubrir la presencia de Dios en sus criaturas y, con libertad y gracia, a amarlas y cuidarlas”.

“Todo ha salido de las manos del Creador, que ha dejado su huella en cada creatura. El mejor antídoto para cuidar y proteger nuestra casa común de esos abusos es la contemplación.

El mismo Señor nos invita a admirar maravillados y en silencio su obra, para poder reconocer en cada creatura el reflejo de su sabiduría y su bondad. Ser contemplativos nos lleva a ser responsables, con estilos de vida sostenibles que respeten y protejan la naturaleza, de la que también nosotros formamos parte”.

Por último, el Papa saludó los fieles: “Pidamos al Señor Jesús que nos conceda ser contemplativos, para alabarlo por su obra creadora, que nos enseñe a ser respetuosos con nuestra casa común y a cuidarla con amor, para bien de todas las culturas y las generaciones futuras. Que Dios los bendiga”.

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