“¿Cuál es el significado de la vida, del dolor, de la muerte en tiempos de pandemia?” “El confinamiento ha despertado en algunas personas la capacidad de maravillarse frente a personas y hechos dados por sentados antes”, Francisco. El papa Francisco reflexionó sobre el asombro en tiempos de pandemia y sufrimiento. Igualmente, remarcó su admiración por la labor de médicos, enfermeros, docentes y las familias que durante el confinamiento ayudaron a los más necesitados a recobrar el “asombro” para vivir.
Lo hizo través de un mensaje firmado por el cardenal secretario de estado, Pietro Parolin, y dirigido al obispo italiano de Rimini, monseñor Francesco Lambiasin, con motivo de la apertura del “Encuentro para la Amistad entre los Pueblos” que organiza el movimiento católico, Comunión y Liberación, del 18 al 23 de agosto 2020.
En medio de la pandemia “nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”, afirmó el Papa evocando la oración que presidió en una Plaza de San Pedro vacía el pasado 27 de marzo de 2020.
Precisamente, el lema de este año invita al asombro que debería sentir el ser humano por todo lo que le rodea, dejarse sorprender, así como invita el teólogo hebreo, A. J. Heschel: “original contribución en un momento vertiginoso de la historia”, sostiene el Papa.
“En la búsqueda de bienes más que del bien, muchos se habían centrado exclusivamente en sus propias fuerzas, en la capacidad de producir y ganar, renunciando a esa actitud que en los niños constituye el tejido de la mirada de la realidad: el asombro”, escribió Francisco.
Recobrar el asombro para vivir
El Obispo de Roma recuerda la invitación de Jesús a ser como niños (cf. Mt 18,3). “Es este asombro el que pone en marcha la vida, permitiéndole recomenzar en cualquier circunstancia: “Es la actitud que hay que tener, porque la vida es un don que nos da la posibilidad de recomenzar siempre”.
En su mensaje, Francisco insiste en la necesidad de “recobrar el asombro para vivir: “la vida, sin asombro, se vuelve gris, habitual; también la fe. Y la Iglesia también necesita renovar el asombro de ser la morada del Dios vivo, Esposa del Señor, Madre que engendra hijos” (Homilía, 1 de enero de 2019).
El ejemplo de médicos, enfermeros y docentes
“En los últimos meses hemos experimentado esa dimensión de asombro que toma la forma de compasión ante el sufrimiento, la fragilidad, la precariedad de la existencia”.
El Papa consideró admirable el noble sentimiento que ha empujado a médicos y enfermeras a “enfrentarse al grave desafío del Coronavirus con una dedicación intensa y un compromiso admirable”.
Asimismo, reiteró el ejemplo de los profesores que con la fatiga se donan a sus alumnos en la enseñanza a distancia, asegurando la conclusión del año escolar. “Y también ha permitido a muchos encontrar en los rostros y la presencia de sus familias la fuerza para enfrentar la incomodidad y la fatiga”.
Descender en el corazón humano
Francisco instó a descender a las profundidades del corazón humano a través de la cuerda del asombro. “¿Cómo no sentir un sentimiento original de maravilla frente al espectáculo de un paisaje montañoso, o escuchando música que haga vibrar el alma, o simplemente frente a la existencia de los que nos aman y el don de la creación?”.
“El asombro es realmente la manera de captar los signos de lo sublime, es decir, de ese Misterio que constituye la raíz y el fundamento de todas las cosas. De hecho, “no sólo el corazón del hombre se presenta como un signo, sino también toda la realidad”.
Asombro vs emociones
Francisco citó a Borges para clamar a una mirada educada al sublime: “Todas las emociones pasan, sólo queda el asombro” (El desierto y el laberinto). “Si no se cultiva tal mirada, uno se vuelve ciego a la existencia: encerrado en sí mismo, uno se siente atraído por lo efímero y deja de cuestionar la realidad”.
“El hombre no puede contentarse con respuestas reducidas o parciales, obligándose a censurar u olvidar algún aspecto de la realidad. Dentro de sí mismo posee un anhelo de infinito, una infinita tristeza, una nostalgia que sólo se satisface con una respuesta igualmente infinita. La vida sería un deseo absurdo, si no existiera esta respuesta”. (J.M. BERGOGLIO, en Vita di Don Giussani, cit., 1034).
El confinamiento y la capacidad del asombro
El Papa afirmó que “el confinamiento ha despertado en algunas personas la capacidad de maravillarse frente a personas y hechos dados por sentados antes”.
“Una circunstancia tan dramática ha devuelto, al menos por un tiempo, una forma más genuina de apreciar la existencia, sin ese complejo de distracciones y preconceptos que contaminan el ojo, desdibujan las cosas, vacían el asombro y nos distraen de preguntarnos quiénes somos”.
La belleza de la fe
Francisco reafirmó el desafío decisivo para los cristianos: “llamados a testimoniar la profunda atracción que ejerce la fe en virtud de su belleza”.
“La atracción de Jesús”, según una expresión muy querida por el Siervo de Dios Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación. “Todas las expresiones de auténtica belleza pueden reconocerse como un camino que ayuda a encontrarse con el Señor Jesús”.
La experiencia de la belleza de Dios
El Papa invitó a testimoniar “la experiencia de la belleza de Dios, que se hizo carne para que nuestros ojos se maravillen de su rostro y nuestros ojos encuentren en él la maravilla de vivir”.
“Es una tarea de la que no podemos escapar, especialmente en este estrecho recodo de la historia. Es la llamada a ser transparencias de la belleza lo que ha cambiado nuestras vidas, testigos concretos del amor que salva, especialmente hacia aquellos que ahora sufren más”.
Por último, Francisco envío su Bendición Apostólica a toda la comunidad reunida en el Encuentro de Rimini.