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Celia Cruz a su amiga estéril: “Encomiéndate a la Virgen de la Caridad del Cobre”

CELIA CRUZ
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Macky Arenas - publicado el 04/08/20
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La amiga pudo concebir, pero ella no. Como su apellido, fue una Cruz que llevó con serenidad toda su vida

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“¡Azúcar!” era el grito con que Celia Cruz comenzaba sus presentaciones. La sola palabra desencadenaba un auténtico furor de multitudes. En el acto, coreaban frenéticos todos sus fanáticos: “Azúuuuuuuuca!”. Los tenía a montones. Donde quiera que iba el éxito estaba garantizado para promotores y productores.

Sobre Celia es muy poco lo que no se ha dicho. Más conocida que el pan de piquito, como dicen en Cuba y en Venezuela de una persona de renombre. Pero hay un aspecto no tan divulgado de la vida de este verdadero fenómeno que pegaba todo lo que se le ocurría cantar. Una de sus memorables producciones, “Carnaval”, levanta muertos cada vez que suena. Es literal. Como todo lo de ella, las estrofas rezumaban alegría, optimismo y esperanza.

 

 

Todo ello, muy a pesar de que llevaba una gran pena en el alma la cual logró disimular toda su vida. Uno de los expertos en Celia Cruz es el biógrafo Eduardo Márceles Daconte quien siguió los pasos de la cantante cubana a lo largo de sus 77 años de existencia y escribió el libro: ¡Azúcar! La biografía de Celia Cruz”. Según su testimonio al periodista Gustavo Tatis Guerra en julio del 2018, el aspecto humano menos conocido de la artista era su dolor por no poder tener hijos.

“Pídele a la Virgen de la Caridad, es milagrosa!”

Celia amaba a los niños y luchó denodadamente, todo el tiempo que pudo, por concebir. Nunca logró quedar embarazada a pesar de los costosos tratamientos a los que se sometía. Relata Márceles Daconte:

“Celia contaba una anécdota de cuando compartió experiencias con Matilde Díaz, a la sazón esposa del músico Lucho Bermúdez, quien también era estéril. Ella le recomendó que se encomendara a la Virgen de la Caridad del Cobre, que era muy milagrosa. Así lo hizo Matilde y su hija Gloria María nació el día dedicado a esa virgen reverenciada en Cuba”.

También agrega que Celia se consolaba diciendo que tal vez Dios le había negado ese privilegio para que ella no sufriera en esta época de violencia, guerras, delincuencia, drogadicción, pero en el fondo sufría mucho.

Celia Cruz era cubana y, en esa tierra de cantantes y guaracheras poderosas, de salseras y rumberas de tronío, ella destacó por encima de todas. Era un terremoto en el escenario. Ponía a bailar hasta a los cojos y a cantar a los mudos. Si usted no tenía con quien bailar, bailaba solo. Pero nadie se resistía al primer acorde de Celia, había que moverse! Era arrolladora y la gente deliraba cuando tomaba el micrófono y se escuchaba su potente voz. Era puro ritmo latino y su simpatía era proverbial.

Una vez le preguntaron: Usted se define como “católica, apostólica y africana”. Y ella contestó entre risas: “Sí, sí… Y aunque sea cubana, no soy nada santera. No me gusta. Y eso que mi familia está en la santería, que entró en mi casa después de que yo me marchara de Cuba”.

CELIA CRUZ

Facebook | @CeliaCruzTheQueen

Canciones clandestinas

Nació en el barrio de Santos Suárez, en la calle Serrano de La Habana. La bautizaron como Úrsula Hilaria Celia de la Caridad De La Santísima Trinidad Cruz Alfonso. Quiso su padre que fuera maestra y ella estudió docencia para complacerlo. Pero pronto abandonó para ir a la música.

Las canciones de Celia estuvieron mucho tiempo prohibidas en Cuba. Desde el comienzo, ella desconfió de una revolución que todos admiraban. Su recelo de Fidel Castro y los suyos era bien conocido. Pero la gente escuchaba sus canciones de manera clandestina. Y hasta los milicianos y sus familias se mataban por cualquier cosa de Celia, un libro, un disco, una foto de ella en el exilio triunfando y dejando en alto el gentilicio. Se sabe que intentó regresar a Cuba para ver a su madre enferma pero el gobierno cubano no se lo permitió.

“Compañero, ¿me puedo quedar con este ejemplar…?”

Su popularidad era imbatible. El biógrafo en cuestión cuenta que, en el año 2013, cuando fue al Festival del Caribe en Santiago de Cuba, hasta los funcionarios de aduana en el aeropuerto de La Habana, rogaban les dejara los libros de Celia, biografías que había llevado atendiendo a peticiones de los organizadores del espectáculo. “Compañero, ¿me puedo quedar con este ejemplar…? Cuando supieron que era el portador era el mismísimo autor, hasta le pidieron que lo autografiara.

Se dedicó a cantar música tropical  y fue podada «La Reina de la Salsa» y «La Guarachera de Cuba» Su influencia en la música contemporánea es indiscutible. Los ritmos que interpretó y popularizó son inmortales, como su vasto legado. Los éxitos en la carrera musical de Celia son incontables y a cual más contagioso.

 

Esa negra tenía “tumbao”

La salsa fue su fuerte y comenzó con uno de los grupos líderes en ése género, la Sonora Matancera. Fue su vocalista por quince años hasta que llega la revolución cubana y Celia deja su patria. Como símbolo de la comunidad cubana en el exilio, fue siempre una referencia de decencia y transparencia en un mundo no siempre fácil de llevar. Sus relaciones siempre fueron sólidas, como la que mantuvo hasta el final con su esposo, Pedro Knight, al que conoció en sus tiempos con la Sonora Matancera y del que no se separó jamás desde que contrajeron matrimonio el mismo año en que fallecía su madre en Cuba.

Celia se consagró como vocalista de temas de santería, guaracha, bolero, guaguancó, mambo, rumba, lamentos, son montuno y los diferentes géneros musicales de Cuba, incluso el rock and roll.

Famosos en su repertorio son los temas clásicos que permanecen en el imaginario popular como Burundanga, Sopa en botella, Tu voz. Trabajó con muchas famosas orquestas y popularizó sus conocidas canciones  Usted abusó, Bemba colorá, Cúcala, Químbara, La negra tiene tumbao, La vida es un carnaval. Por si acaso no regreso y Regalo del alma, por solo citar las más conocidas.

Opina Máceles Daconte: “Diría que su éxito se debió en buena medida al excelente registro de su voz, la cadencia de sus melodías, su talento y simpatía, y también que ella supo siempre actualizarse, aventurándose en otros géneros y fusiones con ritmos ajenos a la salsa que ella aclimató a su portentosa voz sin renegar de su pasado musical”.

“Sembrada” en tierra cubana para siempre

En 1990 Celia Cruz logró volver a Cuba. Es invitada a realizar una presentación en la base estadounidense de Guantánamo. Cuando salió de esta presentación se llevó en una bolsa unos gramos de tierra de Cuba, la misma que pidió que fuera colocada en su ataúd cuando muriera.

“Azúcar!” fue la frase que la identificó y el grito con que incitaba a la diversión. Murió a los 77 años, hace 17. Su carisma como símbolo internacional de la cultura latina no pierde su fuerza y cada vez que se menciona a Celia Cruz, brotan el respeto y la admiración por una artista quien, además de su copiosa producción musical, nos deja el testimonio de una vida de dignidad y consecuencia en un ambiente que sabemos complejo y que no se caracteriza precisamente por favorecer las relaciones humanas estables.

Por si fuera poco, encarna el amor a la vida en su empeño por procrear y la fe que se resigna sin debilitarse. Tuvo el éxito que quiso, toda la fama imaginable además del cariño y la devoción de un público que jamás la olvidará. Pero lo que en verdad anhelaba en el fondo de su corazón, tener un bebé, no pudo ser. En lugar de quejarse y llenarse de amargura más bien agradecía a Dios por “protegerla”, como aceptando su designio, aunque por dentro llevara una cruz más pesada que su celebérrimo apellido.


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