La primera conversión al cristianismo documentada en Europa
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Ella era originaria de la zona de Lidia, en Asia Menor, concretamente de Tiatira, donde hoy está la ciudad turca de Akhisar.
Sin embargo se trasladó a Filipos, una ciudad situada en la zona oriental de Macedonia, en la actual Grecia. Allí pudo desarrollar un próspero negocio de comercio de tinte morado, por el que se la conoce como “La mujer de la púrpura”.
Por su trabajo relacionado con el tinte que se extraía de un molusco se deduce que Lidia era de alto estatus social. Es posible que fuera viuda.
Santa Lidia se hizo cristiana y se bautizó gracias a la predicación de san Pablo. Su conversión está considerada la primera documentada en Europa.
Cerca de Filipos, existe hoy un baptisterio moderno en el lugar donde según la tradición Lidia fue bautizada por san Pablo.
Los Hechos de los Apóstoles hablan así sobre ella:
“Había entre ellas una, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios. El Señor le tocó el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa; y nos obligó a hacerlo”.
Seguramente Lidia estaba en el corazón del llamado “apóstol de los gentiles” cuando escribía su Carta a los Filipenses, de tono especialmente íntimo y familiar, y llena de agradecimiento.
También su familia se hizo cristiana, y acogieron al apóstol Pablo y a sus compañeros Silas y Timoteo en su propio hogar durante su estancia en Filipos.
Santa Lidia es la patrona de los tintoreros, por su trabajo como vendedora de púrpura y posiblemente también de tela. En los iconos la santa suele aparecer representada con alguna pieza de ropa morada.
La veneran como santa, además de la Iglesia católica, las ortodoxas, episcopal y luterana.
Santa Lidia sigue inspirando hoy fuerza, elegancia, audacia, generosidad, hospitalidad, belleza, fe y muchos tesoros espirituales más: