Una esbelta y decopada Ceiba es símbolo de la cuatricentenaria capital venezolana
Todo país tiene su árbol nacional, su ave, su traje y su plato. Son emblemas de identidad que permanecen al paso de los siglos. Caracas tiene su propio árbol y el árbol un templo. Aunque el orden es inverso porque el convento fue anterior al árbol. El convento, originalmente, era de las religiosas concepcionistas y por ello su nombre real es “Iglesia de la Inmaculada Concepción”.
Pero luego fue habitado por sacerdotes franciscanos y a ellos debe su nombre, tanto la iglesia como la popularísima esquina de Caracas donde se encuentra ubicada: San Francisco. La edificación fue declarada “Monumento Nacional” el 6 de abril de 1956.
Un templo con historia patria
En San Francisco le otorgaron el título de “Libertador” a Simón Bolívar, al término de la singular gesta militar conocida como la Campaña Admirable, el 6 de agosto de 1813. Luego, el 17 de diciembre de 1842, allí son recibidos los restos de Bolívar para su posterior traslado a la Catedral de Caracas.
La Iglesia está flanqueada por los lugares históricos más icónicos de Caracas. Se ubica en las cercanías son el Palacio de las Academias, la Antigua Corte Suprema de Justicia, el Palacio Federal Legislativo y a una cuadra se encuentra la Plaza Bolívar, el Palacio Municipal, la Catedral de Caracas, el Museo Sacro y la Casa Amarilla –sede de la Cancillería-, entre otros.
El árbol de Caracas
Frente a ese templo hay una ceiba, el reconocido como “árbol de Caracas”, al cual se le calcula siglo y medio de inmutable existencia. Durante ese tiempo, la ceiba de San Francisco ha visto pasar carretas y carretones. Ha sido testigo de revoluciones y terremotos, demoliciones y nuevas edificaciones.
Ni siquiera la contaminación y los arrestos modernistas de varios gobernantes han podido desplazar a la ceiba de su privilegiado lugar. Hoy, ese emblema de Caracas se encuentra protegido por una defensa de cemento en su base que impide abusos e irreverencias.
“La ceiba de San Francisco embellece y engalana la renombrada esquina. Templo y árbol son como una unidad que se defienden mutuamente; no es posible tocar a uno sin afectar al otro. El monumento vegetal es como un centinela ilustre, que guarda y resguarda bajo su sombra la antigua iglesia”, dice María Angélica París en su blog Caracas Virtual.
Hoy, el famoso árbol mide unos 35 metros de alto y su circunferencia alcanza los 4 metros. Dicen que bajo su otrora frondosa copa, Simón Bolívar habría estado parado cuando se le reconocía con el título de Libertador. Pero hay un dilema histórico pues ello ocurrió en 1813 y se tiene como cierto que la ceiba fue sembrada en 1866.
Lo último parece lo más apegado a la verdad pues una gráfica, tomada en 1870 por un fotógrafo alemán, muestra a la ceiba en cuestión con apenas 3 metros de altura y el dominante convento claramente ubicado detrás.
Igualmente, está identificada la sembradora del árbol: fue la hija del prefecto de policía de Caracas para la época, quien puso la semillita exactamente en el lugar en que hoy se encuentra y la regó con esmero hasta que se convirtió en un árbol robusto.
El Saludante
La ceiba fue declarada Patrimonio Natural en el 2001 y, lo que son las cosas de la vida, el entonces presidente Antonio Guzmán Blanco fue el mayor enemigo de las edificaciones religiosas, varias de las cuales hizo desaparecer.
Pero a la Iglesia de San Francisco le ordena una de las reformas más significativas en 1887, la cual incluyó la construcción de una nueva fachada y cambios en el interior de la iglesia. Una de las paradojas más significativas que registra la historia ocurre en 1873 cuando erigieron, al lado de la ceiba, una estatua del mencionado político apodada “El Saludante”, la cual fue derribada apenas cinco años después. La ceiba permanece erecta, como saludando el paso del tiempo, cual vigía colonial de su inseparable convento.
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