La cuarentena está resultando un momento difícil para muchos de nosotros. Pero los períodos forzados de aislamiento de la sociedad pueden convertirse en experiencias espirituales de contemplación, oración y reflexión. Incluso san Francisco de Asís, en el apogeo de su misión, encontró tiempo para un retiro del mundo en busca de reflexión y meditación.
Nacido en 1181 en Italia, san Francisco de Asís es uno de los santos católicos más queridos de todos los tiempos. Sin embargo, quizás no muchos saben que llegó a un punto en su vida en el que tuvo que retirarse temporalmente de su éxito como predicador y buscar la soledad, la oración y la reflexión.
En la década de 1220, san Francisco viajó a Tierra Santa, donde los cruzados luchaban contra las tropas musulmanas. Allí se reunió con el sultán de Egipto, Malek-el-Kamel, para discutir el conflicto interreligioso y la búsqueda compartida de la paz. Esta reunión ha sido considerada como un ejemplo de diálogo interreligioso hasta el día de hoy.
Cuando Francisco regresó a Venecia, después de un largo viaje por mar a bordo de un buque de carga, estaba en el apogeo de su fama como predicador. Miles fueron inspirados por su invitación a renunciar a las posesiones mundanas y vivir una vida de penitencia, amor fraternal y paz.
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