Ambos países se disputan la región de Nagorno-Karabaj
Ha sido noticia en todo el mundo la petición del papa Francisco de una “paz negociada” en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán que se ha recrudecido en las últimas semanas.
Los dos países se disputan el territorio montañoso de Nagorno-Karabaj, una región que se encuentra en el Cáucaso dentro del estado azerí, pero que tiene mayoría de armenios. Los armenios de esta región han creado un régimen separatista, la República de Artsaj.
Este es un conflicto que comenzó ya antes de que tanto Armenia como Azerbaiyán se convirtieran en repúblicas pertenecientes a la Unión Soviética, comunista. Tras la disolución de la Unión Soviética, comenzó de nuevo el conflicto entre las dos nuevas repúblicas independientes.
En las últimas semanas el conflicto de ha recrudecido y ha alertado a Turquía, Rusia (frontera con Azerbaiyán), Irán y Europa a buscar soluciones, aunque no siempre muy pacíficas por parte de Turquía. Rusia tiene una base militar en Armenia. Turquía no olvida que ambos países pertenecieron al Imperio Otomano.
Después de un alto al fuego en 1994, se iniciaron conversaciones diplomáticas en el marco de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Minsk, capital de Bielorrusia. Estas conversaciones no prosperaron y ahora ha vuelto el conflicto bélico, con decenas de muertos, entre civiles y militares. Se dieron amenazas, en los medios digitales de que Armenia atacaría el gran embalse de Mingachevir al norte de Azerbaiyán, y el gobierno azerí respondió con atacar la central nuclear de Metsamor de Armenia.
En esta situación es cuando intervino el pasado domingo, después del rezo del Ángelus, el papa Francisco, pidiendo un “compromiso de la comunidad internacional y a través del diálogo y la buena voluntad de las partes, se pueda llegar a una solución pacífica duradera, que beneficie a esas amadas poblaciones”.
El Papa conoce esta región, dado que visitó tanto Armenia como Azerbaiyán en octubre de 2016, junto con Georgia, frontera con ambos países, en pleno Cáucaso.
En aquella ocasión el papa Francisco pidió a Armenia y Azerbaiyán que, si no consiguen entablar una negociación sincera para solucionar el conflicto, “tengan el valor” de acudir al Tribunal de Justicia Internacional de La Haya. La otra solución, advirtió Francisco, “es la guerra y eso destruye siempre y se pierde todo”.
En aquel viaje Francisco vivió con gran intensidad y cercanía los problemas que afectan tanto a los armenios como a los azeríes. La población de Armenia es cristiana en un 95 por ciento, mientras que en Azerbaiyán la población es musulmana chií en un 94 por ciento.