Este 29 de junio, fiesta de los santos Pedro y Pablo, vale la pena poner la mirada en una de las ciudades más golpeadas por el coronavirus en América Latina La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de confirmar que el coronavirus ha infectado de manera oficial a 10 millones de personas en el mundo. Y en América Latina gran parte de esas duras cifras se las lleva Brasil (más de un millón de casos confirmados desde que el virus se detectó el 26 de febrero de 2020).
Ahora bien, si buscamos ser más específicos, dentro de este “gigante latinoamericano” –Brasil tiene fronteras con todos los países de la región sur salvo Chile y Ecuador- aparece el caso de San Pablo, la ciudad que podría sintetizar el rostro del dolor generado por la pandemia.
Es que la ciudad de San Pablo, siguiendo la tendencia de Brasil, también ha roto sus propios récords. Este lugar, junto a Río de Janeiro, podría ser calificado de “epicentro dentro del epicentro”. Por ejemplo, en esta ciudad se llevan contabilizados más de 270.000 casos confirmados y con una cifra de fallecidos que superan los 14.000.
Algunas de las imágenes provenientes desde esta ciudad de Brasil han sido verdaderamente de impacto. Desde un lugar al borde del colapso sanitario, hasta sitio que ha tenido que vaciar tumbas para hacerle lugar a las víctimas del COVID-19 o de un famoso estadio (Pacaembú) convertido en hospital de campaña. En medio de todo esto, cuarentena, flexibilización de medidas y el sueño de que pronto la pesadilla llegue a su fin.
El rostro de esta ciudad, su lucha contra la COVID-19, en imágenes:
El rostro que todos quieren ver
Hablar de San Pablo es habar también de la ciudad más grande y poblada de Brasil. Una ciudad con más de 12 millones de habitantes que goza de ser el centro financiero de este país, uno de los mejores sitios para hacer negocios en América Latina. Una ciudad que desde siempre se ha caracterizado por su cultura, entretenimiento, moda. Ciudad que ha nacido como misión jesuita que reunía a habitantes europeos e indígenas.
La fecha de fundación de esta ciudad –en aquel momento villa de San Pablo de Piratininga- está vinculada al 25 de enero de 1554 gracias a la construcción de un colegio –que servía para ofrecer catequesis a los indígenas- por parte de los padres jesuitas. Y precisamente, el nombre fue elegido porque ese día en la Iglesia se celebra la conversión del Pablo de Tarso.
Pero hubo que esperar recién a la caída del Imperio de Brasil (fines del Siglo XIX) para que comenzar el verdadero auge de un lugar que hasta ese momento no se destacaba más que como una ciudad provincial. Con el advenimiento del Siglo XX, el crecimiento industrial se vio potencializando y luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) tuvo su “gran salto”.
Todo esto -su potencial económico, financiero, tecnológico y también de servicios- claro está, su rostro más reluciente, el mismo que todos quieren volver a ver.
Este 29 de junio no es un día más en referencia a esta ciudad, pues lleva el nombre nada más ni nada menos que de Pablo, “Apóstol de los Gentiles” (fiesta grande en cuanto a la solemnidad de San Pedro y San Pablo).
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Sin duda un buen día para poner la mirada sobre esta ciudad y su gente. Rezar por sus habitantes, para que puedan superar el drama y para que pronto pueda volver a levantarse. Y (¿por qué no?) pedirle al santo que también pueda darle una mano.
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