Convertido en un tema político, el coronavirus contagia a la gente, pero se ignora desde el GobiernoCuando en Nicaragua seguía el régimen sandinista negando siquiera la existencia del coronavirus, muchos ciudadanos morían de neumonías atípicas o de complicaciones pulmonares, según el parte oficial.
Hubo múltiples voces, dentro y fuera de Nicaragua, que pedían al gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo que no minimizaran la pandemia. Sin mucho resultado. Convertido en un tema político, el coronavirus contagia a la gente, pero se ignora desde el Gobierno.
Frente a este panorama, había dos salidas para los doctores en ese país Centroamericano: o seguir la corriente (y hacerse de la vista gorda ante, por ejemplo, los entierros exprés, realizados en la noche de personas que morían presumiblemente por Covid-19) o dedicarse a atender a sus pacientes.
Esta es la vía que escogieron los doctores Alonso (Adán Augusto y Máximo Guillermo), habitantes de la ciudad de León, y ambos tuvieron que pagar el precio con su propia vida: el coronavirus contra el que luchaban de manera gratuita, los terminó matando con tan solo siete días de diferencia.
Adán (63), conocido como “el doctor del pueblo”, murió el 14 de junio en un hospital de la ciudad de Chinandega, mientras que Guillermo (64) había fallecido el 7 de junio en el Hospital de León. La familia Alonso era (y es) una constante crítica del régimen Ortega Murillo.
De hecho, el 30 de abril había fallecido la madre de la familia Alonso Flores: doña Margarita, a los 94 años de edad. Ella no murió de coronavirus, pero sí del asedio de los paramilitares: se fracturó la rodilla huyendo de las piedras con las que disolvieron una manifestación donde participaba
La anciana nunca se puedo recuperar, pues desde que cayó herida, las presiones y amenazas sobre su familia no cesaron. Los Alonso, una familia de médicos en León, han sido muy críticos en contra del régimen ya desde tiempos de Somoza.
En noviembre de 2019 la hermana menor de los doctores Alonso, María Eugenia, había sido torturada junto con su esposo e hijo por representar, según sus torturadores, una enemiga del pueblo.
La crítica de los doctores Alonso se agudizó a partir de las manifestaciones de abril de 2018. Y de la represión brutal del Gobierno y de sus fuerzas aliadas que ha dejado muerte, prisión política, desapariciones, división, crisis económica y un número superior a 100,000 desplazados fuera del país, especialmente a Costa Rica.
La última venganza del régimen en contra de Adán, quien se calcula que atendió gratuitamente a cerca de 1.500 personas aquejadas del Covid-19 en la provincia de León, fue el asedio policiaco durante su sepelio. Cientos de personas lo acompañaron a su última morada, muchas de ellas curadas por él y su hermano, quienes, finalmente, pagaron a precio de su vida su altruismo.
Los doctores Alonso son parte de los 36 sanitarios que hasta el momento han fallecido en Nicaragua por el coronavirus. Hasta el momento, el Ministerio de Salud (Minsa) reconoce 1,823 casos y 64 muertes, pero la opinión general es que estos números están muy lejos de la realidad.
Los nicaragüenses han decidido – impulsados por la opinión de 34 asociaciones médicas del país – imponerse una cuarentena voluntaria a partir del 1 de junio, tras la inacción de parte del Gobierno. Los resultados han podido ralentizar la curva de contagios. Pero es muy difícil detenerla cuando se tiene al Gobierno y quienes lo apoyan en contra de acciones preventivas obligatorias.
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