En el Capitolio de Sacramento (capital del Estado de California)La ola “revisionista” desatada en Estados Unidos por las manifestaciones en contra del racismo – tras el asesinato de George Floyd por un policía blanco de Minneapolis (Minnesota) y el de Rayshard Brooks en Atlanta (Georgia) – se ha ramificado de manera vertiginosa hacia otras reivindicaciones y otros personajes de la historia.
Primero fue la furia encausada en contra de la estatua del almirante genovés Cristóbal Colón, a quien los pueblos originarios de Estados Unidos, junto con los manifestantes antirracistas y otros colectivos, pintarrajearon, decapitaron, echaron a un lago o lo derribaron de su pedestal.
A Colón las pintas y los grafitis lo tildaban de ser “el primer genocida de América”. Ahora toca el turno al propio Colón y a quién costeó el viaje de la Niña, la Pinta y la Santa María, las tres carabelas que llegaron a la isla de Guananí el 12 de octubre de 1492: la reina Isabel de Castilla, llamada Isabel la Católica.
Ofensivo para los pueblos originarios
Por lo pronto la reina Isabel, en el conjunto escultórico escuchando a Colón que le pide financiamiento para encontrar el camino más corto a las Indias Orientales, será retirada del Capitolio de la ciudad de Sacramento, capital del Estado de California, tras 137 de permanecer como custodia de este recinto: la mayoría Demócrata ha decidido que la escultura ofende a los pueblos originarios.
Como a san Junípero Serra, el evangelizador en el siglo XVIII de la Alta California (entonces territorio de la Nueva España), ahora los reclamos de los pueblos originarios asentados en California se centran en la reina Isabel (lo de Colón venía de antiguo) y en su “aportación” para que los españoles dominaran este territorio durante tres siglos e “impusieran” la religión católica.
Otros conquistadores está siendo achuchados. A principios de esta semana, una persona resultó herida en Albuquerque (Nuevo México) cuando los manifestantes trataron de derribar la estatua del que fuera gobernador de esta provincia en el siglo XVI y principios del XVII, el explorador Juan de Oñate y Salazar.
Los motivos de los legisladores
“Cristóbal Colón es una figura histórica profundamente polarizada dado el impacto mortífero que tuvo su llegada a este hemisferio en las poblaciones indígenas”, escribieron los legisladores Demócratas en un comunicado. Y agregaron: “La presencia continua de esta estatua en el Capitolio de California, donde ha estado desde 1883, está completamente fuera de lugar hoy. Será eliminada”.
Para los legisladores californianos, tirar la escultura de mármol de Isabel junto a Colón (quien le enseña un globo terráqueo, mientras es testigo un paje de la Corte), es tanto como reivindicar los derechos de los pueblos originarios avasallados por la expansión de los imperios europeos. Se trata –aducen—de un acto de justicia que restaura el espíritu y la identidad de los habitantes originales de este territorio.
Como en casi todo, los legisladores Republicanos de California estuvieron en contra de este tipo de acciones y decisiones de sus colegas Demócratas: “Supongo que ahora, si no nos gusta una parte de nuestra Historia, sencillamente la borramos”, dijo Roger Niello, un ex asambleísta conservador.
Adiós a una tradición
Desde hace medio siglo, grupos originarios del suroeste de Estados Unidos han estado pidiendo que la estatua de la reina Isabel y de Colón se retire de la rotonda donde se encuentra, al frente del Capitolio de Sacramento, sin importar que durante años era tradición de los legisladores californianos arrojar monedas tratando de insertarlas en la corona de la monarca española.
Esta tradición se llevaba a cabo justamente al final del período de sesiones de la legislatura. Pero esto ya no se usará más. La presión y las reivindicaciones antirracistas y anti discriminatorias le han puesto fin, derribando la obra de arte del escultor Larkin Goldsmith Meade.
Isabel de Castilla escuchando a Colón hablarle de la redondez de la Tierra, había sido un regalo del banquero Darius Ogden Mills a su hermano. Aunque no se sabe cuándo será retirada de la rotonda del Capitolio, la escultura no será arrojada a la basura (o a los ríos Sacramento y Americano que confluyen en la capital del Estado de California), sino que será devuelta a los herederos de los hermanos Mills.
Últimas víctimas: San Junípero Serra y Miguel de Cervantes Saavedra
Nuevas manifestaciones antirracistas sacudieron el día sábado a otras figuras y personajes históricos cuya única condición para ser agredidos es tener origen hispano y ser católicos: el misionero franciscano mallorquín San Junípero Serra, evangelizador de la Alta California y el más grande escritor en lengua española de todos los tiempos: Miguel de Cervantes Saavedra.
Los informes señalan que el sábado al mediodía, cerca de medio millar de manifestantes antirracistas penetraron en el parque aledaño al célebre puente de San Francisco (California), el Golden Gate, con el único espíritu de derribar estatuas de personajes que les parecieran racistas.
Y puestos a derribar, se ensañaron contra San Junípero Serra, al que, atándolo con cables, lo echaron al piso por “genocida” y a Cervantes –con muy poco conocimiento de la historia o de la literatura—le pintaron en su estatua el insulto de “Bastard” (“Bastardo”).
Santiago Cabañas, embajador de España en Estados Unidos dijo que estos actos vandálicos – que se habían concentrado en la estatua de Colón – no van a detener la promoción del legado español en Estados Unidos. Según enfatizó el diplomático, “hace ya mucho tiempo que defendemos ese legado, esa historia compartida que tenemos, que nos enriquece a todos, lo hemos hecho y lo vamos a seguir haciendo”.