Envia una carta a los fieles en las que habla de las manifestaciones antirracistas de los últimos días
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El cardenal y arzobispo de Boston (Massachusetts), Sean Patrick O’Malley, (Lakewood, Ohio, 29 de junio de 1944), un capuchino que en 2006 fuera el primer cardenal en lanzar su propio blog (cardinalseansblog.org) ha enviado una carta a los fieles de la arquidiócesis de Boston en la que reflexiona sobre el tema que durante un par de semanas ha acaparado la atención de Estados Unidos, en ocasiones por encima del coronavirus: las manifestaciones antirracistas.
La carta, emitida el mismo día de los funerales de George Floyd en Houston (Texas), comienza refiriendo una realidad histórica que en ocasiones no se quiere ver entre la población mayoritaria del país norteamericano: que desde hace exactamente 400 años (1620) que llegaron a las costas de lo que hoy Estados Unidos un grupo de ingleses, conocidos como los peregrinos, y que se establecieron en Plymouth, Massachusetts, “el mal y el cáncer del racismo” ha estado presente en el país.
Sistemático y estructural
Boston, arquidiócesis que pastorea el cardenal O’Malley desde julio de 2003 y que en 1630 vio establecerse una colonia de ingleses mucho más grande que la de Plymouth, ha sido testigo, como Nueva York, Los Ángeles o Chicago, por citar a las ciudades más grandes de Estados Unidos, de intensas manifestaciones contra el racismo y la brutalidad policiaca a las que se han sumado grupos de toda índole.
Tras mostrar que el racismo –como lo han mostrado pensadores y activistas afroamericanos—es “sistemático y estructural” en la nación americana, el cardenal O’Malley expresó en su carta que tanto racismo como esclavitud tienen un nexo común en su país: la negación de la humanidad y la dignidad de otras personas.
“Como nación abolimos la esclavitud legalmente, pero no hemos solucionado su legado permanente”, escribe quien fuera elevado al rango cardenalicio por Benedicto XVI en 2006.
Similar al coronavirus
La premisa de la que parte el cardenal de Boston es sencilla: si en Estados Unidos se rechaza la esclavitud también se deben rechazar la discriminación, la iniquidad y la violencia.
El racismo puede permanecer inadvertido, pero sus manifestaciones corroen el tejido social. “Como el Covid-19, el racismo puede afectar a cualquier persona, sin importar su región, religión, raza o cultura. Es altamente contagioso, se transmite fácilmente a otros, y muy frecuentemente no se ve ni se distingue en muchos que aparentemente lucen saludables. El racismo es una enfermedad social y espiritual que mata personas”, sentenció O’Malley.
Tras hacer la anterior aseveración, el purpurado bostoniano precisó que el asesinato de Floyd es “demasiado familiar” para la comunidad afroamericana de Estados Unidos, además que muestra “claramente” que hay racismo implícito en las estructuras básicas de la sociedad, tanto como el la política, en la justicia, en la economía, en la religión y en la cultura estadounidense.
¿Cuál es el antídoto?
Reconociendo que hay avances, después de 52 años del asesinato de Martin Luther King, el asesinato de Floyd muestra “lo lejos que estamos todavía de alcanzar la igualdad racial”.
El antídoto contra el veneno del racismo es la comunidad y la solidaridad, escribió en su carta el cardenal O’Malley. Y en ello mucho tiene que ver la Iglesia católica. Primero, enfrentándose a su complicidad histórica con la esclavitud y, segundo, a través de la enseñanza moral católica basada en el hecho de que todas las personas, sin importar raza, religión, cultura o nacionalidad, son creadas a imagen de Dios.
“Esta enseñanza rechaza cualquier forma de racismo personal o sistemático. Nuestra fe nos llama a ser líderes que rompen barreras y se levantan en contra de las injusticias. Violar la dignidad humana es deshonrar la presencia de Cristo en cada persona”, sentenció el prelado. Además pidió que “en adelante”, la realidad del racismo, la obligación moral de la igualdad racial y la justicia, sean incorporadas en las escuelas, en enseñanzas y en predicaciones.
Las vidas de los afroamericanos importan
Las demostraciones y protestas de estos días, escribió en su carta el cardenal O’Malley. han sido llamadas a la justicia y expresiones desgarradoras que parten el corazón con un profundo dolor emocional del que no podemos alejarnos.
Estas manifestaciones “nos llaman a afirmar el inestimable valor de la vida de cada persona. También nos llaman a redoblar nuestro compromiso de fomentar el respeto y la justicia para todos los pueblos”, sostuvo el purpurado. Y termina diciendo que las muestras de solidaridad y de coraje que en más de cien ciudades de Estados Unidos se han producido, interpelan a los ciudadanos de ese país y exigen de ellos “defender la verdad de que las vidas de las personas de color importan”.