Un médico venezolano de Harvard, una fundación y muchos voluntarios le salvan la vida al Sur del OrinocoLa gente de esa apartada región de Venezuela decían que “por allí había un cardiólogo”. Pero en realidad no estaba allí. Estaba en su consultorio en Caracas pero atendía aquello a través de una novedosa forma de estar presente en lugares remotos: la Telemedicina. Tomás Sanabria era el eminente cardiólogo que andaba “por allá”, por la selva, en consulta, sanando y aliviando.
Los fundadores del primer Programa de Telemedicina, de alcance universitario, están en la Universidad de Arizona (EEUU) y con ellos se vinculó Sanabria a fin de revolucionar la atención de pacientes a distancia y llevar alivio a las comunidades más apartadas. Es la caridad práctica, la contribución al cuido de “la casa de todos” dedicando tiempo, también a las desatendidas periferias; es en la solidaridad con los humildes como se da testimonio del espíritu cristiano y se edifica en Bien Común que es compromiso evangélico.
“La telemedicina –según se lee en La Web de la Salud- permite el uso eficiente de los recursos médicos especializados concentrados en las grandes ciudades, al colocar a estos médicos especializados al alcance de los médicos de atención primaria, ubicados en los ambulatorios rurales”.
Ese mismo portal ofrece alentadores testimonios como el de María Elisa Campos, médico cirujana egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV), quien, entrevistada por Ainara Guevara, de la Universidad Monteávila, resume en una frase su sentimiento: “Maniapure es la mejor oportunidad de ejercer la medicina en Venezuela”.
“Los ángeles de la selva”
En el año 2001 se firma una alianza entre la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Fundación Proyecto Maniapure para ofrecer el ambulatorio conocido como La Milagrosa, como centro de pasantías. Además por allí han pasado alumnos de los últimos años de Medicina, de Nutrición y Odontología, entre otras especialidades.
El Centro La Milagrosa, de esta forma, se convierte en institución pionera de la telemedicina en Venezuela y, en palabras de los directivos, está “dotado de infraestructura de hardware y software basado en tecnología web para el manejo de teleconsultas o consultas de segunda opinión”.
Maniapure, es una zona al noroeste del estado Bolívar, entre Caicara del Orinoco y Puerto Ayacucho, en cuyos alrededores conviven distintas comunidades criollas e indígenas de la etnia E’ñepa (Panare). Los profesionales de la medicina y el voluntariado que laboran allá pueden ser considerados verdaderos constructores de país. Sus conocimientos están al servicio de los olvidados y descartados, como diría el Papa Francisco. Son como ángeles en la selva profunda, en aquellos parajes aislados.
Pieza fundamental en este proyecto es el doctor Tomás Sanabria Borjas, presidente de la Fundación Proyecto Maniapure, médico cardiólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con posgrado en Medicina Interna y Cardiología en la Universidad de Harvard. También es fundador y miembro de sociedades médicas en Venezuela, así como profesor itinerante invitado en universidades de los Estados Unidos y Francia. Ha recibido importantes reconocimientos internacionales por esta labor que involucra a organizaciones católicas como las Damas Salesianas, quienes coordinan el trabajo de médicos rurales en el Centro La Milagrosa.
Igualmente, muchos estudiantes de medicina hacen sus obligadas prácticas en ese lugar, con lo cual ofrecen una contribución de primer orden.
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De visitante a “enviado del cielo”
Todo comenzó porque Sanabria convirtió a Maniapure en un lugar de visita habitual y en ese acercamiento reconoció inmensas necesidades, entre otras, la falta de médicos. Cada vez que visitaba Maniapure los lugareños lo consultaban por alguna dolencia. Pero necesitaban especialistas y pensó en cómo hacer más por aquella gente. Hacía falta llevar las cosas a otro nivel para atender tantas carencias. Conversó con el P. Miguel González (sdb), ya fallecido, fundador de las Damas Salesianas y todo fluyó como llevado por la mano de Dios. Pronto apareció un médico, un vehículo rústico y una radio de dos vías, un telefax y una antena satelital y ello bastó para hacer el milagro de la telemedicina, a 16 horas de distancia por carretera.
“Hacen uso eficiente de los recursos médicos especializados concentrados en las grandes ciudades, al colocar a estos médicos especializados al alcance de los médicos de atención primaria, ubicados en los ambulatorios rurales”, es la explicación que obtiene quien pregunta por el núcleo de la labor.
En cifras, la telemedicina puede resolver el 90% de los casos en la misma zona rural donde residen los pacientes, lo cual es un considerable ahorro en traslados. Los voluntarios salesianos hacen el resto, instalados en Maniapure.
Las alianzas con compañías de seguros y proyectos correspondientes en el exterior mantienen la fuerza del trabajo que, como es de suponer, se ha visto afectado por la crisis. Reducido a sus mínimos más no detenido.
“En la actualidad, este modelo se está reactivando y en tiempos de coronavirus, observan, se hace cada vez más necesario prácticas médicas innovadoras”.
El modelo Maniapure se ha replicado a lo largo de la geografía venezolana. Fundaron 30 centros más, con el auspicio de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.
No en balde una vez, alguien dijo refiriéndose al proyecto: “la labor del doctor Sanabria en Maniapure es la de un enviado del Cielo”.
Unos sueñan y otros lo hacen posible
Siempre muy atareado entre sus consultas y proyectos, no escatima tiempo para atender a Aleteia y comentar sobre Maniapure. Es como el hijo que, por más que crezca, mantiene la atención, el cariño y la preferencia del padre. En tiempos en que reconocidos y apreciados médicos venezolanos emigran y pronto se destacan dondequiera que van, Tomás Sanabria permanece en Venezuela para tranquilidad de sus numerosos pacientes y beneficio de las comunidades remotas más necesitadas. Sanabria coordina un selecto equipo de médicos especialistas en el Centro Médico de Caracas, una de las instituciones más tradicionales y afamadas de la capital venezolana.
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