"En la oración del Padrenuestro, Jesús nos enseñó a pedir a Dios todo lo que necesitamos. No importa si nos sentimos culpables en nuestra relación con Él, si no hemos sido amigos fieles, ni hijos agradecidos; Dios continúa amándonos, porque Él siempre es fiel".
Lo dijo el papa Francisco el 13 de mayo de 2020 en la Audiencia General en la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, sin fieles presentes y a puertas cerradas por la pandemia de coronavirus.
A través de los medios de comunicación, el Pontífice animó a entablar una relación filial, de amistad y confianza con Dios, "pidiéndole lo que necesitan para su vida y, de manera particular, por aquellos que están a nuestro lado y sabemos están necesitados", para que Él, como "Padre bueno, haga brillar su rostro sobre ellos y les conceda la paz".
El Pontífice ha seguido con el tema de la oración iniciado la semana anterior. En esta ocasión centró su mensaje en cómo la oración "nos pertenece a todos, a los hombres de todas las religiones, y probablemente también a los que no profesan ninguna".
"La oración surge en el secreto de nosotros mismos, en ese lugar interior que los autores espirituales a menudo llaman el corazón", afirmó.
La oración por el final de la pandemia
Francisco insistió en que "orar, entonces, en nosotros no es algo periférico, no es una facultad secundaria y marginal nuestra, sino que es el misterio más íntimo de nosotros mismos".
Las emociones rezan, pero no se puede decir que la oración es sólo emoción. La inteligencia reza, pero rezar no es sólo un acto intelectual. El cuerpo reza, pero se puede hablar con Dios incluso en la más grave discapacidad.
Por lo tanto, es todo el hombre el que reza, si su "corazón" reza”.
La oración es la nostalgia del Padre
En su catequesis, Francisco explicó que la "oración es un impulso", es "una invocación que va más allá de nosotros mismos: algo que nace en lo profundo de nuestra persona y se extiende, porque siente la nostalgia de un encuentro".
"La oración es la voz de un "Yo" que anda a tientas, en busca de un "Tú". El encuentro entre el "Yo" y el "Tú" no se puede hacer con las calculadoras, es un encuentro humano...".
"El cristianismo es la religión que celebra continuamente la "manifestación" de Dios, su epifanía.
Las primeras fiestas del año litúrgico son la celebración de este Dios que no permanece oculto, sino que ofrece su amistad a los hombres.
Dios revela su gloria en la pobreza de Belén, en la contemplación de los Reyes Magos, en el bautismo en el Jordán, en el milagro de las bodas de Caná.
El Evangelio de Juan concluye el gran himno del Prólogo con una breve declaración: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (1,18).
La oración es tocar la ternura de Dios
"La oración del cristiano entra en relación con el Dios de rostro más tierno, que no quiere infundir miedo a los hombres. Esta es la primera característica de la oración cristiana", sostuvo el Papa.
El Papa exhortó a acercarse a Dios sin sentirse intimidados, o asustados por "este fascinante" misterio.
Los hombres en la historia, afirmó, se "han acostumbrado a venerar" a Dios "con una actitud servil, similar a la de un súbdito que no quiere faltar al respeto a su Señor".
"Los cristianos se dirigen en cambio a Él atreviéndose a llamarlo con confianza por el nombre de Padre". De hecho, Jesús usa otra palabra: "Papá".
La oración no es para siervos
"El cristianismo ha desterrado del vínculo con Dios cualquier relación "feudal". En la herencia de nuestra fe no hay expresiones como "sometimiento", "esclavitud" o "vasallaje", sino palabras como "pacto", "amistad", "promesa", "comunión", "cercanía", sostuvo el Papa.
Entretanto, recordó que Jesús en su largo discurso de despedida a los discípulos, les llamó "amigos" y no "siervos". Jesús dice así:
"No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre." (Jn 15, 15-16).
"Pero, esto es un cheque en blanco: "Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre”. ¡Hagamos la prueba!", agregó Francisco.
La oración es dirigirse a un amigo
"Dios es el amigo, el aliado, el novio. En la oración podemos establecer una relación de confianza con Él, tanto que en Jesús nos enseñó a hacerle una serie de preguntas.
Podemos preguntarle todo a Dios, explicarle todo, contarle todo. No importa si en nuestra relación con Dios nos sentimos culpables: no somos buenos amigos, no somos hijos agradecidos, no somos cónyuges fieles. Él sigue amándonos.
Esto es lo que Jesús demuestra definitivamente en la última cena cuando dice: "Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes" (Lc 22,20).
En ese gesto Jesús anticipa en el Cenáculo el misterio de la Cruz. Dios es un aliado fiel: si los hombres dejan de amar, Él sigue amando, aunque el amor lo lleve al Calvario", predicó.
La oración es abrir el corazón a Dios
"Dios está siempre cerca a las puertas de nuestro corazón espera que le abramos. A veces, toca a la puerta del corazón, pero no es entrometido …espera.
La paciencia de Dios con nosotros es la paciencia de un papá, de uno que nos ama tanto, diría que es la paciencia de un papá y la paciencia de una mamá, las dos a la vez, siempre cercano a nuestro corazón, que cuando toca lo hace con ternura y con tanto amor.
"Tratemos de rezar de esta manera, entrando en el misterio de la Alianza.
Ponerse en oración en los brazos misericordiosos de Dios, sentirse envuelto por ese misterio de felicidad que es la vida trinitaria, sentirse huéspedes que no merecen tanto honor.
Y repetirle a Dios, en el asombro de la oración: ¿Es posible que sólo conozcas el amor?
Él no conoce el odio. Él es odiado, pero no conoce el odio, conoce solo el amor. Este es el Dios al que le rezamos.
Este es el núcleo incandescente de toda oración cristiana. Un Dios de amor, nuestro Padre que nos espera y nos acompaña".
La audiencia general terminó con el rezo del Pater Noster y la Bendición Apostólica.